La Bichota grabó un dueto con Andrea Bocelli y, desde luego, le llovieron comentarios de odio. Tantos y tan ciegos, que incluso cuestionaron su afinación en los agudos. Los invito a pensar en esto: en la era del autotune, de los programas de audio que hacen magia y de los ejércitos de productores, arreglistas e ingenieros, ¿no es muy obtuso decir que una grabación de estudio viene con errores de afinación? A ver, que estamos hablando de corregir la amplitud de una onda con un programa de computador, decir que suena desafinado es terquedad de hater. Eso, sin contar que en el arte, los juicios de valor basados en errores técnicos resultan reduccionistas y superficiales.
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Pero no pretendo exaltar las virtudes vocales de Karol G, de eso no va esta columna. Quiero poner en discusión el lugar que le damos a Andrea Bocelli. ¿Qué lo hace tan superior? ¿Que canta “música culta”? ¿Que pasó por la academia? ¿Que se viste de smoking en los conciertos? ¿Que le gusta a las clases altas? ¿Que es hombre?
La verdad es que Bocelli no es muy distinto a La Bichota. Es un músico popular que hace música popular. Lo suyo, es importante tenerlo claro, no es canto lírico. No es verismo, ni ópera, ni lied. Es pop. Su técnica, la colocación de su voz y sus adornos estilísticos, son típicos del pop. Si canta Nessun dorma, de Turandot, lo hace en su versión, una versión pop.
Y es aquí donde sé que comienzan a discrepar los Bocelianos, me dirán que se ganó San Remo -un concurso de canción pop…ular-; que canta con Sara Brightman -una artista de crossover clásico-, y que Pavarotti le cedió un contrato -el de cantar con Zucchero, un rockero italiano, famoso en los 90-. Que es un tenor, me dijeron alguna vez. Claro que sí: igual que Maluma, Romeo Santos o Luis Miguel. Ser tenor no es un título nobiliario, es un característica de cualquier hombre con un color y un rango vocal determinado. Ahora bien, lo único que encuentro cierto es un tufo clasista, en el que ponemos a Bocelli y su azucarado pop lírico por encima del reguetón de Karol G. Un prejuicio de clase bastante snob, sin ningún sustento musical.
Ya es tiempo de reconocer que la música es democrática, que el que escucha Pavarotti no es mejor que el que escucha Bocelli, y que el que escucha Bocelli no es mejor que el que escucha a La Bichota. Todos tienen su propio valor, tenemos que aprender a disfrutarlo y a dejarnos tocar por él.