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El grito de Sheinbaum

Laura Galindo

19 de septiembre de 2025 - 12:05 a. m.
“Nuestras propias construcciones sociales han priorizado los liderazgos masculinos y excluido los femeninos”: Laura Galindo
Foto: EFE - Mario Guzmán

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“¡Viva México libre, independiente y soberano!”, gritó Claudia Sheinbaum desde el Palacio Nacional, frente a la Plaza de la Constitución en Ciudad de México. Por primera vez, en 215 años, la ceremonia que conmemora la arenga independentista de Miguel Hidalgo y Costilla estuvo en voz de una mujer. “¡Vivan las mujeres y los migrantes!”, gritó también. “¡Presidenta, presidenta, presidenta!”, respondió la plaza llena, ondeando banderas rojas y verdes.

Que Sheinbaum se convirtiera en la primera mujer que dirigió el grito de independencia en México no es un detalle anecdótico, es un paso gigante hacia la equidad de género. De la misma forma en que lo es que haya sido elegida presidenta y que tenga una favorabilidad del 79 %. Para enfatizar aún más: solo el 7 % de los países del mundo han tenido una mujer como jefe de gobierno.

La explicación se da en palabras ya conocidas: machismo, patriarcado, inequidad, techo de cristal. Pero vale la pena entenderlas más allá de su propio eco. Las culturas, civilizaciones y sociedades modernas legitimaron una visión antropocéntrica que, argumentando diferencias biológicas, construyó un orden social en el que lo masculino implica más poder que lo femenino. Ahora bien, ¿qué entendemos por femenino y qué por masculino? Aquí la discusión se aleja del sexo físico y se concentra en el género que, como explica Judith Buttler, no es más que un performace social. Un conjunto de comportamientos que se asocian a uno u otro, se aprenden y se perpetúan.

¿Cómo asume una niña de cuatro años que debe sentarse cruzando las piernas? Simple: viendo que su madre lo hace y su padre no. La identificación con el igual y la diferenciación con el otro. Y es aquí donde se establecen antagonismos: el igual y el otro. Lo masculino y lo femenino, lo recio y lo sensible, lo fuerte y lo frágil, lo poderoso y lo débil. Se interioriza un modelo y se sigue sistemáticamente sin hacer preguntas.

Eso es, en esencia, lo que ha ocurrido con las mujeres en cualquier tipo de jefatura. Nuestras propias construcciones sociales han priorizado los liderazgos masculinos y excluido los femeninos. Al principio con censuras y luego con prejuicios. Por eso, más que de un techo de cristal, prefiero hablar de un Firewall, como propone la profesora austriaca Regine Bendl, un muro de contención y no un tope invisible. El problema no es la llegada a la cima, es la estructura que montamos y el espacio que nos reservaron dentro de ella.

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Así que hoy me uno al grito de Sheinbaum: “¡Vivan las mujeres!”.

@LauraGalindoM

Por Laura Galindo

Periodista musical y cultural. Pianista de la Universidad Javeriana, magíster en piano de la Universidad Eafit, magíster en periodismo de la Universidad de Los Andes y MFA en Creative Writing de la New York University -NYU-. Editora cultural y presentadora en RTVC Noticias, de Señal Colombia.
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