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LAURA GALINDO
“What’s so civil about war anyway?” “¿Al final, qué tiene de civil una guerra?”, se preguntan los Guns & Roses en el último verso de su canción “Civil War”. La pregunta, además de aguda, resulta pertinente. En estos días, se exacerban fanatismos políticos, se ahogan ideales entre mares de desinformación y la violencia reemplaza al debate. Nos insultamos entre nosotros mismos, los civiles, los del pueblo, y enarbolamos espadas por una guerra de poderes que solo nos instrumentaliza.
La marcha del silencio iba a ser una movilización pacífica y, valga la redundancia, silente. Una caminata simbólica por el derecho a la vida y el respeto a la diferencia. Pero terminó convertida en un ring de boxeo: en una esquina, los de izquierda y, en la otra, los partidarios de la derecha, gritando ofensas y lanzando juicios a priori. ¿No era acaso una marcha por Miguel Uribe? ¿En qué momento la vida de un hombre que representa los ideales de un grupo de la población colombiana se convierte en un pretexto para que ese mismo grupo levante banderas guerristas contra cualquier pensamiento disidente?
Quienes llenaron las calles no fueron los políticos de derecha, fueron los civiles. Los ciudadanos del común, los trabajadores, los que no hacemos parte de ese 1 % que constituye la élite colombiana. ¿En qué momento terminamos divididos entre pobres y ‘gente de bien’? Y más importante aún, ¿de dónde salió ese sesgo clasista que nos hace pensar que existe una ‘gente de bien’? Por favor, no nos engañemos, todos pertenecemos a la clase trabajadora, todos somos pueblo, todos somos pobres al final de cuentas. Los verdaderos poderosos están muy lejos de nosotros.
Ver a un hombre mayor, literalmente desencajado, gritándole a un periodista mientras hacía su trabajo en Bucaramanga, o escuchar a una vendedora informal diciendo que “los pobres no quieren trabajar y vivir del Estado”, me recuerda algo que dijo Simone de Beauvoir a propósito de esas mujeres que comulgan con el machismo: “el opresor no sería tan fuerte si no tuviera cómplices entre los oprimidos”. Engañarnos y lograr que nos enfrentemos entre unos con otros es el gran logro del establecimiento. No se equivoquen, entre nosotros solo hay víctimas.
