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¿Qué está pasando con Batuta?

Laura Galindo

18 de julio de 2025 - 12:05 a. m.
“¿Es Batuta la única válida? Cada quien tiene sus propias respuestas, las mías dejan un tufo a elitismo y brecha de clases”: Laura Galindo
Foto: Liliana Merizalde / Fundación Batuta

 

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Mi primer recuerdo de Batuta es una cumbia de Victoriano Valencia que se llama “La Gaita de Arlington”. Estaba yo en la preorquesta, una agrupación infantil en la que tocábamos instrumentos de percusión simple, y hacía los coros en segunda voz. No pasé con ellos más de seis meses, yo quería ser pianista y en Batuta no enseñaban piano; sin embargo, ese fue mi primer acercamiento a la música tradicional colombiana.

¿Qué está pasando con Batuta? Como parte de ese grupo de niños que pisó –así hubiera sido de forma breve– sus centros de formación, el exceso de ruido que ha generado la salida de Lucía González, directora hasta hace algunas semanas, y la campaña ‘Abracemos a Batuta’ que invita a donar fondos para que la fundación pueda continuar con su labor, me toca muy cerca. Así que voy a intentar unir los puntos.

Batuta se creó en 1991, durante el gobierno Gaviria y de la mano de la primera dama, Ana Milena Muñoz. Contó con la asesoría de José Antonio Abreu, el fundador del Sistema Nacional de Orquestas de Venezuela, y adoptó su premisa más importante: los niños aprenderían tocando. No desde la literatura y el papel, sino desde la ejecución misma del instrumento. El programa quedó adscrito al Ministerio de Cultura y se acordó una financiación híbrida: la mayor parte del presupuesto saldría del Gobierno y el faltante de empresas privadas.

Fiel a esa consigna, y en consecuencia con el crecimiento del programa en estos 34 años, el gobierno Petro destinó hasta la fecha 56 mil millones de pesos para la Fundación Batuta y, de forma paralela, creó Artes para la paz, una iniciativa de educación cultural y artística en la que ha invertido 360 millones de pesos. Dentro de ella, desde luego, se encuentra Batuta. ¿Qué ha cambiado, entonces? El presupuesto de la Fundación hace parte de ese gran presupuesto destinado a las artes y, en aras de garantizar el funcionamiento de otros procesos igual de válidos, el Ministerio propuso un recorte técnico que, según asegura la ministra Yannai Kadamani, no afecta en lo absoluto el funcionamiento de los centros de formación, sino que propone un recorte salarial a su directivos.

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Las preguntas quedan en el aire: ¿ganan de más los directivos? ¿No pueden los privados ocuparse de ese supuesto déficit? ¿No resulta obvio repartir el presupuesto en varias iniciativas de formación artística? ¿Es, acaso, Batuta la única válida? De seguro cada quien tiene sus propias respuestas, las mías dejan un tufo a elitismo y brecha de clases.

@LauraGalindo

Por Laura Galindo

Periodista musical y cultural. Pianista de la Universidad Javeriana, magíster en piano de la Universidad Eafit, magíster en periodismo de la Universidad de Los Andes y MFA en Creative Writing de la New York University -NYU-. Editora cultural y presentadora en RTVC Noticias, de Señal Colombia.
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