Colombia en la Ruta de la Seda

“Colombia ha dado un paso fundamental para modernizar su economía”: Leopoldo Villar Borda.

Foto: Juan Diego Cano

La ceguera de quienes se oponen al gobierno de Gustavo Petro los ha llevado a ignorar o rechazar noticias tan importantes como el ingreso de Colombia a la nueva Ruta de la Seda, el ambicioso megaproyecto liderado por China que involucra a Asia, Europa, África y América Latina en una variedad de obras de infraestructura y desarrollo que transformarán el planeta.

La iniciativa tomó el nombre de la legendaria y extensa red de rutas comerciales que interconectaban la mayor parte del continente asiático con Europa y África desde antes de la era cristiana. Su versión moderna consistirá en un gigantesco proyecto de infraestructura global que conectará a China con el resto del mundo para promover el comercio y el desarrollo económico de los países que se integren a él. Con este fin, incluirá la construcción de carreteras, puertos y aeropuertos que se financiarán con grandes inversiones chinas.

A diferencia de la antigua Ruta de la Seda, que era principalmente terrestre, la nueva será terrestre y marítima. Abarcará medio mundo y cambiará la economía de varios continentes. Será la manifestación física más clara del ascenso de China a la categoría de superpotencia mundial. Será la consolidación de un proceso que se viene gestando hace varias décadas, por el cual China se ha puesto a la vanguardia del comercio y el desarrollo económico en el mundo y se ha convertido en el rival de Estados Unidos por la supremacía en el planeta.

Al ingresar a este gigantesco proyecto, Colombia ha dado un paso fundamental para modernizar su economía, mejorar su infraestructura y formar parte de las nuevas corrientes comerciales que se impondrán en el planeta con el impulso de China.

Esta es la decisión más importante que ha tomado el país en mucho tiempo. Con ella se garantiza la participación de Colombia en el proceso de transformación de mayor alcance que tendrá lugar en el mundo durante las próximas décadas.

Solo quienes no ven más allá de sus narices pueden ignorar la trascendencia de este paso, cuyos alcances rebasan los de cualquier otra iniciativa colombiana en el campo internacional. Además de abrirle al país nuevos horizontes comerciales y geográficos, el ingreso a la Ruta de la Seda significará la aproximación de Colombia a China y la afirmación de su independencia económica y política al disminuir su tradicional dependencia de Estados Unidos.

Con este paso nuestro país se incorpora a las nuevas corrientes que están transformando el mundo y abriendo paso a la participación igualitaria de todos los países en el comercio mundial. Para apreciar las dimensiones de este paso basta mencionar que a esta iniciativa se han vinculado ya más de 150 países, incluyendo a varios de la América Latina.

La incorporación de Colombia al megaproyecto chino se produce en momentos en que la rivalidad entre las dos superpotencias se refleja en la guerra comercial declarada por Estados Unidos, a la cual ha respondido China en términos que no dejan dudas de su firme posición internacional. Dados el poder e influencia de Washington y Beijing, esta rivalidad ha generado tensiones de las que no se libra casi ninguna región del mundo. En medio de esta pugna, el gobierno colombiano ha optado por un camino razonable al buscar que el país se beneficie de la iniciativa china sin romper sus lazos con Estados Unidos. Es una decisión acertada que nos libra de caer en el maniqueísmo de quienes sostienen que el acercamiento a China implica necesariamente un alejamiento de Estados Unidos. Es de esperar que la situación mundial evolucione favorablemente en los próximos años para que la Ruta de la Seda alcance sus objetivos sin que se genere cualquier tipo de nuevos conflictos. Será lo mejor para todos y especialmente para los países incorporados a esta gran iniciativa, incluyendo a Colombia.