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Del memo al email

Leopoldo Villar Borda

23 de diciembre de 2025 - 12:30 a. m.
“Trump podrá mantener en secreto muchos emails y salirse con la suya en este caso”: Leopoldo Villar
Foto: EFE - LUKE JOHNSON

El escándalo de Jeffrey Epstein, el magnate y delincuente sexual conocido por sus vínculos con personajes influyentes de la política y la sociedad, incluyendo a Donald Trump, muestra los riesgos de la manía estadounidense de dejar por escrito hasta los mayores secretos.

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No es el primer caso en el que las comunicaciones supuestamente confidenciales ponen al descubierto los detalles de actividades delictivas que involucran a políticos o altos funcionarios de gobierno. En los años 70 del siglo pasado, ocurrió el escándalo de Watergate, cuyos intríngulis fueron revelados por una cantidad de comunicaciones que se suponían secretas entre los protagonistas del escándalo.

En ese tiempo las instrucciones y los deseos del presidente Richard Nixon eran transmitidos por medio de memorandos, siguiendo una costumbre practicada en las instituciones oficiales y en el mundo empresarial. Cuando estalló el escándalo, fueron los memorandos los que revelaron a la justicia y luego al mundo entero los manejos ocultos del gobierno de Nixon que le costaron el cargo, así como la prisión a varios de sus colaboradores. Con el avance de la tecnología, ahora ya no son los memorandos sino los correos electrónicos el medio que sirve para las comunicaciones oficiales, secretas o no. Hay miles de ellos relacionados con las actividades de Epstein que no han sido revelados y que podrían contener información perjudicial para Trump.

Como la relación de Trump con Epstein era conocida, desde el momento en que estalló el escándalo los medios plantearon la inquietud sobre el papel que pudo jugar Trump en la red de tráfico sexual de Epstein. Ya no se podrá conocer el testimonio del propio Epstein porque murió en prisión, pero los correos electrónicos no revelados todavía pueden contener la respuesta.

El interés por el archivo Epstein, como se ha denominado el conjunto de esos correos, fue inicialmente mediático, pero luego se convirtió en un tema de interés nacional en Estados Unidos. La curiosidad por conocerlo se extendió a los partidos políticos y al Congreso, en el cual se aprobó una ley que obliga al Departamento de Justicia a divulgar los correos.

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En un principio, Trump desechó que los correos puedan perjudicarlo, pero al mismo tiempo se opuso a su divulgación. Luego, ante la creciente presión de los medios y los partidos, incluyendo el Republicano, cambió de opinión y pidió a los republicanos que aprobaran la ley.

Son miles de correos los que faltan por divulgar. Y a juzgar por lo que han revelado los que ya se conocen, entre los pendientes puede haber una carga de dinamita política contra Trump. Epstein se ufanaba de poseer información altamente perjudicial para Trump y llegó a afirmar que él era el único que podría ‘acabarlo’.

Por otro lado, los investigadores se pueden llevar la sorpresa de que no exista en ellos ningún indicio contra Trump. Pero con la importancia que los medios le dieron al tema y la resistencia inicial de Trump a que se divulgara el ‘archivo Epstein’ fue inevitable que se creara la percepción de que algo se estaba ocultando. Esta percepción aumentó al conocerse que la ley ordena al Departamento de Justicia abstenerse de divulgar cualquier documento que pueda afectar otras investigaciones relacionadas con Epstein. Son varias las que se adelantan por demandas del propio Trump contra prominentes miembros del Partido Demócrata, así que la divulgación no será completa.

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Moraleja: a diferencia de Nixon, que no pudo ocultar los memos, Trump podrá mantener en secreto muchos emails y salirse con la suya en este caso, como lo ha hecho con muchas otras investigaciones. Puede no ser tan hábil como Nixon en la política, pero es mucho más listo en su comportamiento ante la justicia. Lo cual no impide, sin embargo, que el fantasma de Epstein siga flotando sobre la Casa Blanca, pues para todos es evidente que allí hay gato encerrado.

Por Leopoldo Villar Borda

Periodista y corresponsal en Europa
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