En las relaciones internacionales, como en la política doméstica, la amistad es una ficción. En su lugar existen los acuerdos ocasionales, que por definición son transitorios. Lo demuestran, por ejemplo, las accidentadas relaciones entre Alemania, Francia y el Reino Unido a lo largo de los últimos dos siglos y lo hace ahora el acercamiento de Estados Unidos a Venezuela.
Apremiado por la necesidad de reemplazar las importaciones de petróleo ruso, el gobierno de Washington hizo a un lado sus diferencias con el chavismo y apeló a Caracas para llenar el vacío. De paso, “descolgó” a Juan Guaidó del pedestal en el que lo había puesto...

Por Leopoldo Villar Borda
Periodista y corresponsal en Europa
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