Quienes todavía se vuelven haches y erres al tratar de interpretar los constantes enfrentamientos entre las dos mitades en que están divididas las opiniones políticas en Colombia harían bien en mirar a otras latitudes y, en particular, a los países con más títulos democráticos, comenzando por Estados Unidos.
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Si algo caracteriza a los pueblos que han alcanzado la madurez política es el contrapunto permanente de las opiniones encontradas. Esta es la esencia misma de la democracia. El mejor ejemplo es el del parlamento británico, donde Gobierno y oposición se enfrentan todos los días, como dos equipos de fútbol, para discutir sobre los temas del momento.
Otro ejemplo es el de la Unión Americana. Ahora mismo el pueblo estadounidense se debate entre dos posiciones abiertamente opuestas y nadie podría asegurar cuál de las dos saldrá victoriosa el año entrante, cuando los ciudadanos de la gran potencia acudan a las urnas para elegir presidente y Congreso. Aun antes de esa contienda, que definirá la suerte de Estados Unidos por un mínimo de cuatro años, los dos bandos se enfrentan continuamente en distintos escenarios y por diversos motivos. La disputa que ha causado más sensación en los meses recientes es la protagonizada por el presidente Joe Biden y Kevin McCarthy, líder republicano de la Cámara de Representantes, sobre el límite permitido de la deuda que el Gobierno federal puede emitir en bonos que son adquiridos por inversionistas de todo el mundo. Al aproximarse el fin del primer semestre de este año, el gobierno de Biden estaba al borde de superar el límite del endeudamiento autorizado por la ley, fijado en US$31,4 billones (billones en el sentido que se utiliza en español, o sea millones de millones). En caso de no aprobarse otra ley para elevar dicho tope, la administración federal iba a estar abocada a una seria emergencia. Fueron varias semanas de discusiones que terminaron con el acuerdo de subir el techo durante dos años y al mismo tiempo hacer algunos recortes presupuestales.
Este tema siempre ha sido motivo de disputas y negociaciones entre los dos grandes partidos estadounidenses. Los republicanos, que ahora tienen la mayoría en la Cámara, se resistían a subir el techo, aun a riesgo de provocar la parálisis del Gobierno.
El endeudamiento de Estados Unidos alcanzó el límite establecido a comienzos de mayo y si este no se elevaba el Gobierno no habría podido cumplir sus obligaciones, que incluyen los salarios de los funcionarios públicos, los beneficios de protección social y los intereses de la deuda pública. Para no exceder el límite, el Gobierno habría tenido que suspender inversiones y pagos o canjear algunas deudas, pero tarde o temprano necesitaría aumentar el endeudamiento, para lo cual requería que el Congreso aprobara la decisión, como finalmente lo hizo. El impasse fue superado con un compromiso que dejó satisfechas a ambas partes.
Los motivos de confrontación del Gobierno colombiano con la oposición podrían considerarse menores en comparación con lo que estaba en juego en Estados Unidos a propósito de la deuda. Pero, aun si las dos situaciones son comparables, no debe ser motivo de alarma que aquí haya discusiones y desacuerdos. Al contrario, debemos ver con buenos ojos que las propuestas del Gobierno se estén tramitando dentro de la Constitución y la ley, como en Estados Unidos. Guardadas las proporciones, lo que ocurre aquí y lo que acaba de pasar en Estados Unidos muestra que en todas partes se cuecen habas. Lo importante es que lo que finalmente se decida corresponda al sentir mayoritario de la sociedad.