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La final del campeonato de fútbol profesional entre el Atlético Bucaramanga y el Independiente Santa Fe fue una gran fiesta para los seguidores de ambos equipos y para muchos otros aficionados a este deporte, pero no para todos. Fue mayor el número de los que se resignaron a estar ausentes de los estadios y a no tener acceso a la transmisión del evento por televisión. El fútbol ya no puede ser disfrutado por los que no están suscritos al canal privado de televisión por cable que tiene los derechos de transmisión de los partidos. Como tantas otras cosas que deberían estar al alcance de todos, el fútbol nacional es ahora un espectáculo vedado para los ciudadanos que no disponen de los recursos para pagar el exclusivo servicio de televisión.
Esto no tiene por qué ser así. Tenemos el ejemplo de Argentina, donde el gobierno intervino para asegurar el acceso libre de todos los ciudadanos a las transmisiones del fútbol profesional, que por mucho tiempo fue una exclusividad de los canales privados que compraron los derechos de transmisión para la explotación comercial de los partidos a la Asociación del Fútbol Argentino (AFA). Fue una decisión tomada por la presidenta Cristina Fernández de Kirchner en 2009 y celebrada como una de las medidas más populares de gobierno alguno en mucho tiempo. Para ponerla en ejecución, el gobierno compró los derechos de transmisión a la AFA por una suma superior a la que esta tenía pactada con los canales privados.
Infortunadamente para los millones de hinchas argentinos, la iniciativa gubernamental se vio truncada por los vaivenes de la política cuando la oposición al peronismo triunfó en 2017 y el presidente Mauricio Macri resolvió suspender el subsidio estatal para las transmisiones. Cuando el peronismo regresó al poder en 2022 con el presidente Alberto Fernández, se intentó restablecer el acuerdo que había hecho posible el Fútbol para Todos, pero las negociaciones con las empresas propietarias de los derechos de transmisión no tuvieron éxito. Sin embargo, el gobierno logró un acuerdo con la empresa ESPN, especializada en transmisiones deportivas, por el cual esta cedió dos partidos por fecha a la televisión pública.
Antes de que el gobierno argentino diera el primer paso para hacer las transmisiones accesibles a todos los que quisieran verlas, los partidos eran transmitidos por cable por la empresa Televisión Satelital Codificada (TSC), integrada por el grupo editorial Clarín y la firma Torneos y Competencias. La mayoría de los partidos eran transmitidos por la señal de cable TyC Sports y los más importantes eran exclusividad de la señal TyC Max, que los ofrecía por el sistema ‘pague por ver’. También se transmitía un partido los viernes y otro los sábados por el canal privado América TV y el Canal 7 de la televisión pública.
Con la llegada de Javier Milei a la Casa Rosada, el programa Fútbol para Todos no parece tener futuro en Argentina. Siguiendo la línea de Macri, el nuevo presidente argentino quiere favorecer al sector privado, lo cual no augura nada bueno para la televisión pública. Pero ese es otro cantar. Lo que interesa resaltar aquí es el cambio que se realizó en Argentina en 2009 y señalarlo como un ejemplo para Colombia. ¿Será posible que aquí se dé un paso semejante al que dio la presidenta Fernández de Kirchner? El momento actual, en el que el gobierno enarbola las banderas del cambio, parece ser propicio para que se inaugure entre nosotros el Fútbol para Todos. Entre todas las transformaciones que el presidente Petro quiere realizar, esta sería posiblemente una de las que encontraría más respaldo entre los ciudadanos. Es bien sabido que la pasión por el fútbol y especialmente por la Selección Colombia es lo único que une a los colombianos, sin distingos de partido, religión, edad o ancestro. Es una pasión que domina a los habitantes del país tanto o más que a los argentinos. Si allí se pudo, ¿por qué aquí no?

Por Leopoldo Villar Borda
