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Guerra en la cancha

Leopoldo Villar Borda

28 de octubre de 2025 - 12:05 a. m.
“El deporte ha sido utilizado como arma diplomática”: Leopoldo Villar Borda.
Foto: AFP - ATTILA KISBENEDEK

La política no tiene cabida en el deporte. Desde la restauración de los Juegos Olímpicos en 1896, la visión pacifista y solidaria de su propulsor, el barón francés Pierre de Coubertin, se convirtió en un mandamiento para todos los deportes. El barón pensaba que lo más importante no es ganar sino participar y que el fin del olimpismo es la comprensión y la pacificación entre los pueblos.

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Así fue hasta hace pocos días, cuando la indignación universal por el genocidio de palestinos en la franja de Gaza desatado por Israel hizo estallar una bomba política en el estadio Ullevaal de Oslo el 11 de este mes. Ese día se enfrentaron los equipos de Noruega e Israel en un juego por las eliminatorias europeas de la Copa Mundial del año entrante.

Antes del pitazo inicial del árbitro, las tribunas se llenaron de banderas gigantescas de Noruega y Palestina que expresaban la protesta de los hinchas por la presencia del equipo de Israel. Fue solo el más reciente reflejo de la condena que generaron en la sociedad noruega los bombardeos y la invasión de los militares de Israel contra el pueblo palestino.

En marchas y manifestaciones anteriores, los ciudadanos noruegos ya habían expresado su repudio hacia Israel por las acciones militares desatadas contra los palestinos en Gaza. Es un repudio que comparten los directivos del fútbol noruego, algunos de los cuales han manifestado que la FIFA debería suspender la participación de Israel en los eventos del fútbol mundial, en la misma forma en que Rusia fue sancionada de esa manera por su invasión a Ucrania en 2022.

Lo ocurrido en el estadio de Oslo es un reflejo de la montaña de emociones negativas que produjo en todo el mundo la reacción desmesurada de Israel al ataque que recibió de Hamás, la organización terrorista palestina, el 7 de octubre de 2023.

El acuerdo entre Israel y Hamás para liberar a los rehenes en manos de la organización terrorista y a los prisioneros palestinos en las cárceles de Israel con miras a poner fin a la guerra no van a disipar esas emociones que, para desgracia del deporte, afloraron en el estadio de Oslo. Tampoco impedirían que hicieran erupción durante le realización de la Copa Mundo si Israel obtuviera la clasificación, algo que no ocurrirá. El día de las protestas en Oslo Noruega lo derrotó por cinco goles a cero y ya no tiene posibilidades de clasificar.

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En cuanto a su posible suspensión de Israel de la Copa de 2026, la FIFA, rectora del fútbol mundial, decidió dejar la decisión en manos de la UEFA, la organización europea. En todo caso, y cualquiera que sea la suerte de la selección de ese país, el daño que la agresión de Israel contra Gaza causó al deporte, como el que sus fuerzas militares infligieron al pueblo palestino, ya está hecho. Es una realidad irremediable que los hinchas del fútbol en todo el planeta no olvidarán fácilmente.

El deporte ha sido utilizado otras veces como arma diplomática. Existe la llamada diplomacia deportiva, consistente en el uso del deporte para influir en las relaciones diplomáticas, sociales y políticas. Con frecuencia las victorias o derrotas en el deporte suscitan sentimientos positivos o negativos de fervor nacionalista, como lo experimentamos siempre que la Selección Colombia de fútbol salta a la cancha para disputa un partido. Pero de ahí a lo que motivó las protestas de Oslo hay una gran distancia.

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Nada hace pensar que la indignación contra Israel disminuirá por la tregua que está dando un respiro a Gaza. La población palestina, enfrentada hoy a la dantesca realidad de su patria reducida a escombros, sigue sufriendo los efectos de la agresión israelí. El plan de paz impulsado por Estados Unidos no resolvió el problema que alimenta el conflicto. Está pendiente la decisión de crear el estado palestino. Falta ver si Israel lo aceptará y así podrán al fin coexistir dos pueblos condenados a una guerra eterna.

Por Leopoldo Villar Borda

Periodista y corresponsal en Europa
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