La tormenta política y la polémica jurídica desatadas por la sanción de la Procuraduría al alcalde de Medellín y otros funcionarios bajo la acusación de intervenir en política muestran cómo han cambiado las cosas en nuestra aporreada democracia en los últimos tiempos.
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La cercanía de la procuradora Margarita Cabello con el Gobierno fue puesta al desnudo por ella misma al actuar contra Daniel Quintero, que no se cuenta entre los simpatizantes de Iván Duque, y al mismo tiempo guardar silencio sobre las reiteradas intervenciones del actual presidente de la República en la campaña electoral en favor de su candidato y en contra de su principal opositor.
¡Qué diferencia con las actuaciones de otros colombianos que estuvieron al frente de la Procuraduría! El que viene a la mente en primer lugar es Mario Aramburo, el procurador que le propinó un jalón de orejas al presidente Carlos Lleras Restrepo en 1970 por hablar públicamente en favor del candidato presidencial del gobernante Frente Nacional y en contra del candidato de la oposición.
La polarización política y el ambiente de pugnacidad que prevalecieron en la campaña de 1970 fueron muy parecidos a los que vivimos hoy. Después de los tres primeros períodos presidenciales en los que se habían turnado los partidos Liberal y Conservador de acuerdo con lo pactado en el Frente Nacional, el sistema bipartidista se jugaba su suerte con la candidatura de Misael Pastrana Borrero para el último cuatrienio y enfrentaba una ola tan fuerte de descontento que la balanza de la opinión se inclinaba en favor del general Gustavo Rojas Pinilla.
El previsible triunfo del exdictador contra el cual se había fraguado el movimiento bipartidista significaría el desastroso final de ese experimento y la configuración de un vuelco total en la política colombiana. Era un duelo de vida o muerte en el que los partidos tradicionales se habían comprometido como nunca antes, conscientes de que su derrota equivaldría a su desaparición. En ese duelo terció abiertamente el presidente Lleras Restrepo en un intento por inflar a Pastrana y frenar a Rojas Pinilla.
La gota que rebosó la copa de la paciencia del procurador Aramburo fue un discurso de Lleras Restrepo en la inauguración del INEM de Ciudad Kennedy, pronunciado un mes antes de las elecciones del 19 de abril, en el que defendió a Pastrana y atacó a Rojas Pinilla. El 18 de marzo el procurador amonestó a Lleras Restrepo y renunció a su cargo en señal de protesta. La reacción de Lleras Restrepo también fue ejemplar. Aceptó la amonestación, le pidió a Aramburo que retirara la renuncia y reconoció que al llamarle la atención había cumplido su deber.
No era la primera vez en que Aramburo sentaba cátedra sobre el cumplimiento de la Constitución y la ley. Cinco meses antes había cuestionado a dos altos funcionarios del Gobierno, Miguel Fadul y Enrique Peñalosa Camargo, porque su oficina de asesorías, que tenía contratos oficiales, siguió abierta después de que ellos asumieron la dirección del Instituto de Fomento Industrial y el Ministerio de Agricultura, respectivamente.
El caso de Fadul y Peñalosa dio pábulo al senador Ignacio Vives Echeverría para protagonizar un escandaloso debate en el Congreso, aprovechado por Rojas Pinilla para acrecentar su caudal electoral hasta el punto de atribuirse el triunfo en la cuestionada elección de 1970. Además, condujo a que el procurador Aramburo investigara las acusaciones de Vives y presentara en octubre de 1969 un informe al presidente Lleras Restrepo en el que censuró la conducta de los dos funcionarios, que debieron renunciar a sus cargos.
Lo que va de ayer a hoy, como escribió Ricardo Carrasquilla, un autor tan olvidado por el común de los colombianos como lo son para algunos funcionarios las normas que deben cumplir.