Las sanciones al Grupo Aval impuestas por la justicia estadounidense por los sobornos que Odebrecht pagó en Colombia para obtener contratos en sociedad con aquel grupo ponen en evidencia una verdad de a puño: es más fácil que la justicia para los colombianos venga de Estados Unidos que de nuestro propio territorio, como debería ser.
La asimetría entre la superpotencia norteamericana y nuestro débil país funciona en todos los campos, pero se refleja con especial claridad en este caso. La reaparición del fantasma de Odebrecht en el horizonte colombiano en virtud de las decisiones judiciales estadounidense confirma el patrón que ha...

Por Leopoldo Villar Borda
Periodista y corresponsal en Europa
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