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Leer a los clásicos

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Leopoldo Villar Borda
02 de septiembre de 2024 - 05:05 a. m.
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Un placer que nunca pasará de moda es la lectura de los clásicos. Tres mil y más años no han sido suficientes para que disminuya el encanto de tantas obras maestras que seducen por el brillo de las expresiones, la elegancia del estilo y la sabiduría transmitida en forma soberbia. Desde Heródoto, el padre de la Historia, pasando por Homero y los poetas trágicos, hasta Aristóteles, Platón y Tucídides, el relator de la guerra entre Atenas y Esparta, nos legaron un tesoro literario, filosófico y ético insuperable cuyo valor aumenta con el paso del tiempo.

El espacio de esta columna es insuficiente para enumerar y más aún para comentar el enorme legado de los clásicos. Escoger uno solo siempre resultará arbitrario, pero sirve para destacar su trascendencia. Un buen ejemplo es la Historia de la guerra del Peloponeso, que tuvo lugar en la antigua Grecia y cuyo autor, Tucídides, además de poseer un gran talento como narrador, fue testigo de primera mano porque participó en ella como uno de los comandantes atenienses. Este conflicto, que enfrentó a la Liga de Delos, liderada por Atenas, con la Liga del Peloponeso, liderada por Esparta, fue la principal confrontación bélica del mundo antiguo después de la Guerra de Troya. Se libró en dos grandes etapas, la primera desde el año 460 hasta el 446 antes de Cristo y la segunda desde el 431 hasta el 404 antes de Cristo. La guerra involucró a diversos aliados en ambos bandos, que libraron numerosas batallas, perdieron y retomaron ciudades, ganaron victorias y sufrieron derrotas que, a la postre, los perjudicaron a ambos. El desenlace final fue favorable a Esparta, que aprovechó la intervención de los persas bajo el reinado de Darío II y, en alianza con ellos, construyó una gran armada que derrotó a los atenienses y acabó con el predominio naval que estos habían mantenido por largo tiempo. A este final contribuyeron los errores de cálculo cometidos por los comandantes militares de Atenas, el principal de los cuales fue el desperdicio de numerosos combatientes y cuantiosos recursos en una desastrosa expedición en Sicilia, cuya conquista los atenienses pretendieron realizar infructuosamente.

Con una minuciosidad que pocos historiadores han poseído, Tucídides describe con pelos y señales no solo los innumerables combates de aquella guerra sino las características de los combatientes y sus máquinas de guerra, además del contexto en el que tuvieron lugar las confrontaciones, los antecedentes y desarrollos de cada acción y sus consecuencias inmediatas. También describe la personalidad de los comandantes, las circunstancias de cada encuentro y los eventos que tenían lugar en otras partes de Grecia mientras transcurrían los hechos en el teatro de la guerra. Todo esto configura un relato ameno y enriquecedor que cautiva la atención del lector como si se tratara de una novela.

Entre los estudiosos ha existido un debate acerca del contenido y el tiempo de la elaboración de esta obra, que consagró a Tucídides como el más grande de los historiadores del mundo antiguo. Su riqueza literaria ha llevado a algunos a afirmar que no se trata de una pieza histórica, objetiva y científica, sino de un relato literario nutrido en buena parte por la imaginación del autor. También se ha discutido si fue escrita durante la guerra o cuando esta terminó. Una de las hipótesis más aceptadas es que Tucídides comenzó a escribirla durante su exilio, al cual fue enviado como castigo por haber fallado en la defensa de la ciudad de Anfípolis durante una batalla que se libró en el año 422 antes de Cristo. Es una hipótesis lógica, pues Tucídides murió 27 años después.

Como tantos otros clásicos, esta historia seguirá compitiendo con el interminable número de libros que se publican todos los días en el mundo entero y atrayendo, en especial, a los lectores interesados en conocer el pasado de la humanidad.

Leopoldo Villar Borda

Por Leopoldo Villar Borda

Periodista y corresponsal en Europa
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Luis(22892)03 de septiembre de 2024 - 09:23 p. m.
Gracias, Leopoldo. Ya la compartí con mis estudiantes.
Oscar(36876)03 de septiembre de 2024 - 01:54 p. m.
Ahhh que buena Columba Leopoldo. Es necesario volver con ellos y más en estos tiempos. Geacias.
Hernán(39554)02 de septiembre de 2024 - 11:15 p. m.
Más columnas sobre literatura, Leopoldo!
Sebastián(54861)02 de septiembre de 2024 - 10:56 p. m.
1. No, Tucídides (Atenas, c. 460 a.c. - Tracia, c. 396 a.c.) no es «el más grande de los historiadores del mundo antiguo» (§ 4), se limitó a la historia griega, principalmente de sus guerras; es más grande Heródoto (Halicarnaso, 484 a.c. -Turios, 425 a.c.), su obra es ecuménica. 2. Lo de «ganaron victorias» (§ 2) es un lapsus. Sebastián Felipe
  • Gines(86371)03 de septiembre de 2024 - 12:35 a. m.
    Sebastian, a mi juicio, ambos fueron grandes: Heródoto y Tucídides y ambos eligieron escribir desde una perspectiva panhelénica. Heródoto es llamado “Padre de la historia”. Tucídides se decanta por el relato riguroso de un solo acontecimiento: la guerra del Peloponeso entre Atenas y Esparta.
ANA(11609)02 de septiembre de 2024 - 07:34 p. m.
GRACIAS por la recomendación, señor Villar.
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