El triunfo de Gustavo Petro en 2022 no fue un accidente ni una casualidad. Fue la consecuencia de muchos años de frustraciones populares y el resultado de una campaña coherente, en la que el candidato de la izquierda recalcó en todos los tonos las diferencias de sus propuestas con las de los demás partidos y movimientos políticos.
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La lógica indica que si la izquierda quiere obtener un nuevo triunfo en 2026 deberá reafirmar su carácter progresista y resaltar los éxitos de Petro. Hay que ser ciego para no reconocerlos: entre otros, la reforma pensional, la creación de la jurisdicción agraria, la matrícula gratuita en las universidades públicas y la gratuidad para adelantar la carrera en las fuerzas militares y la Policía, la entrega de tierras a campesinos pobres o desposeídos, la reducción de la inflación y de la deforestación, la recuperación del turismo y el aumento de las incautaciones de drogas. La lista sería más larga si Petro no se hubiera enfrentado al muro de los intereses creados, que resultó más resistente de lo que nadie podía imaginar. Lo cual no significa que no sea necesaria y aun urgente la aprobación de las demás propuestas del ambicioso programa que la mayoría de los colombianos aprobamos con nuestros votos.
En nuestro medio tropical, tan dado a los juicios superficiales, el bombardeo de los medios que pertenecen al establecimiento ha buscado crear una imagen distorsionada del actual Gobierno sin que el respaldo a Petro haya bajado del 40 %. Esta es la base que lo acompañó en la campaña de 2022 y que seguramente respaldará al candidato de la izquierda en 2026, una base sólida y suficiente para realizar otra campaña victoriosa.
Para obtener de nuevo el triunfo, la izquierda deberá mantener el mensaje y las propuestas que le dieron la victoria a Petro en 2022. Apartarse de ellos o replicar a los rivales con el lenguaje agresivo que utiliza la oposición sería tan contraproducente como optar por la moderación para responder la retórica negativa de la contraparte. A este respecto es aleccionadora la experiencia de los demócratas en la campaña presidencial del año pasado en Estados Unidos. El Partido Demócrata y su candidata intentaron neutralizar la agresividad del Partido Republicano y su candidato optando por la alegría y el optimismo en vez de responder con un discurso fuerte en favor de la justicia social y los derechos humanos.
Lo más probable es que la coalición de derecha o centro derecha que se está cocinando en Colombia enfrente al candidato que postule la izquierda con un populista como Donald Trump. Y, al igual que Trump, ese candidato utilizará una estrategia y una retórica agresivas. La izquierda cometería un error parecido al de los demócratas estadounidenses si cambia el discurso victorioso de 2022 por uno más moderado. El discurso de Petro en la campaña y en el gobierno responde a los anhelos de la mayoría que se impuso en 2022 y que sigue respaldando el ambicioso programa del Pacto Histórico.
El mensaje de la izquierda deberá resaltar las realizaciones de Petro, que solo sus adversarios más fanáticos pretenden ignorar. En este aspecto también es ilustrativa la experiencia de la pasada elección presidencial en Estados Unidos. El gobierno de Joe Biden obtuvo importantes logros económicos como la derrota de la inflación, pero falló en la comunicación de sus beneficios al electorado. El candidato que aspire a continuar en Colombia la obra del actual gobierno deberá resaltar sus logros y los de los otros gobiernos progresistas que han existido en nuestra historia. Petro acierta al recordar con frecuencia los aciertos de esos gobiernos, como la Revolución en Marcha de Alfonso López Pumarejo. Su gobierno busca beneficiar a los colombianos menos favorecidos, como lo hizo López, en un empeño que las mayorías seguramente apoyarán de nuevo en 2026. Es lo que ocurrirá si la izquierda se mantiene unida y sostiene con firmeza el programa del cambio.