Contaba Carlos Tévez, el futbolista argentino, que cuando su equipo de fútbol en Europa le asignó su carro, un Audi, y llegó feliz manejándolo al entrenamiento, sus compañeros se mofaron de él pues lo que conducía era una carraspanda en comparación con los Lamborghini que ellos tenían estacionados. Hace poco, Messi y Mbappé viajaron en un jet privado de París a un pueblo que queda a una hora en tren rápido. Se ganarían, si mucho, 30 minutos, pero “time is money”. Los franceses les recriminaron esa excentricidad, pues “se estima que por una hora de vuelo un avión expulsa a la atmósfera 435 kilos de dióxido de carbono”. ¿Con cuántos...
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