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De pura memoria, es decir, demasiado imperfecto el dato, los últimos 365 días trajeron consigo una cuota de muertes que le entristecieron el genio a la humanidad: la dana de Valencia (incluyendo la negligencia criminal del presidente de la Generalitat, Carlos Mazón) destruyó media ciudad y ahogó a 228 valencianos. Fue un desenlace previsible del cambio climático, al que se sumó el ausentismo deliberado de las autoridades locales, justo cinco horas previas a la hora cero.
Igual, los incendios forestales en España, que redujeron a cenizas miles de hectáreas, fueron, a criterio de expertos, “40 % más probables y 35 % más intensos”. Sobre los mismos no se hizo ninguna lectura previa, porque el P.P. y VOX no creen en las ciencias meteorológicas ni le han puesto un centavo.
La invasión rusa a Ucrania, fruto de discordias geopolíticas no negociadas y de nacionalismos maximalistas, lleva tres años y medio, 50 mil muertos y 29 mil heridos (datos de febrero 2025).
En África, ahora mismo hay alrededor de 30 conflictos armados, con miles de desplazados que en su fuga para salvarse hacia Europa han convertido el Mediterráneo en un cementerio.
Estados Unidos es un campo de guerra contra los no blancos, preferiblemente inmigrantes, aunque sean ciudadanos estadounidenses, y se está poblando de cárceles cenagosas cuyos guardianes son cocodrilos (200.000 en solo Alligator-Alcatraz). Trump, además, acaba de ejercer la pena de muerte contra una lancha proveniente de Venezuela con 11 personas, bombardeándola supuestamente por ser narcotraficantes.
Las temperaturas de verano en Europa marcan 45 grados y ya se sabe de la sed con que beben.
La agresión israelita contra Gaza está por cumplir dos años y lleva 64 mil muertos, entre ellos 19 mil niños, y un cerco de hambruna y sed que ya aproxima a la extinción al pueblo palestino.
En la base aérea de Cali, el 21 de agosto, una bomba de las disidencias hizo pedazos 7 vidas de transeúntes y alcanzó con su onda expansiva a 78 personas que sobrevivieron heridas. En Amalfi, con un dron explosivo, mataron a 13 policías que despegaban en un helicóptero.
En Putumayo, unos bandidos chorrearon con gasolina a dos militares y luego les prendieron fuego. Sobrevivieron prodigiosamente.
Peligroso salir a la calle a dar una vuelta.
Varios billonarios del mundo —Zuckerberg, Bezos, Musk, aunque hay más— preparan naves espaciales que los lleven a Marte, o aunque sea a quemar tiempo dando vueltas en la órbita de la Tierra, para ponerse a salvo de los peligros terrícolas. Son los próximos inmigrantes espaciales que surtirán de cementerios el espacio exterior. No hay nada nuevo bajo el sol, ni siquiera la Vía Láctea. Esa migración anticipada ya la profetizó Tony Richardson en su película Los seres queridos.
Mientras lo logran, se están construyendo búnkeres para refugiarse, con buenas cocinas y miles de enlatados, en parajes remotos del planeta tipo Nueva Zelanda (ignoran que, en un planeta redondo, ese país está aquí a la vuelta de la esquina). Y aquí termino antes de que ocurra otra calamidad.
