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Lo divino y lo humano

Lisandro Duque Naranjo
18 de mayo de 2008 - 12:21 a. m.

LOS ACADÉMICOS CRÍTICOS Y LOS opositores debieran de vez en cuando no ser tan reactivos y exigirse a sí mismos una digestión más lenta de algunos hechos antes de pronunciarse sobre ellos. O en todo caso permitirnos a los del común ciertas alegrías producto de nuestra escasa ciencia política.

El pasado martes 13 callejeaba yo disfrutando de la extradición repentina de los 14 capos paramilitares, cuando me encontré con un amigo de siempre, y al intentar participarle mi euforia, me amonestó por no tener clara la calificación política que el episodio ameritaba, que según sus saberes debía ser adversa. El hombre, además, me enrostró el perjuicio que para las víctimas tendría ese charter de la cúpula de las Auc. Apabullado, le prometí tomar en cuenta los insumos doctrinarios con que acababa de proveerme.

 Y lo intenté, desde luego, pero al anochecer, cuando en los noticieros vi a esa patota desembarcando muy mansita en Estados Unidos, de nuevo me asaltó el goce. Esa noche no lograba conciliar el sueño, del miedo de amanecer uribista, y si finalmente dormí a pierna suelta fue porque me convencí de que no por invencible mediáticamente nuestro mandatario está exento de haber acertado esta ocasión, así todo le resulte como no lo espera.

 Para no sentirme del 84%, me dije que quienes conforman esa proporción unánime no deberían estar muy alegres, pues harto habían accedido a que se tratara como “héroes y combatientes” a esos recién viajados a quienes los gringos deberían estar a esas horas poniéndoles overoles de color zapote. Adiós a esas hebras de marca con que se vestía Mancuso, a quien sus compinches apodaban Salvatore Ferragamo.

No deben las víctimas darse por perjudicadas ante la ausencia de esa cuerda de sicópatas. ¿No estaban acaso hasta la coronilla de que cada que les preguntaban a esos verdugos por el paradero de sus seres queridos, o de sus restos, los interrogados se limitaran a teclear en sus computadores a ver si acaso les tenían una respuesta que nunca aparecía? Parecían burócratas, de esos que le dicen al interesado que haga cola en la ventanilla siguiente a ver si ahí le dan razón de sus muertos.

Y qué decir de las reparaciones a esos dolientes: en cuatro años no ofrecieron entregarles más que cachivaches, carros varados, cuadros falsificados y fincas confusas que al final resultaban ser del Estado. Ese mercado de pulgas, definitivamente, no puede ser lo que esté echando de menos el jurista Ricardo Sánchez cuando cuestiona la masiva extradición, que porque “cortó de un tajo las expectativas legítimas de las víctimas de saber la verdad y el comienzo ético de toda reparación”. Olvídate, flaco. Ida esa gente no se ha perdido es nada y antes parece que se gana mucho: Macaco, durante cuatro años preso, había soltado, en “reparación” a las víctimas apenas el 5% de lo que se le sometió a extinción de dominio pocos días después de haber sido extraditado. Llama la atención que esto último se le hubiera descubierto —por denuncia de algún cómplice asustado— cuando ya estaba bien lejos y por harto tiempo.

Como ahora está de moda desencriptar computadores, no estaría de más que el de Mancuso fuera entregado también a la Interpol para que lo devuelva con ceremonia igual a la que se le otorgó al de Raúl Reyes.

Las bellezas que debe haber allí sobre tantos secretos, hacen más extraño que el general Naranjo no se lo haya quitado mientras estuvo en Itagüí. El tiempo y la información que se perdieron a causa de esa negligencia, debieran explicársele a la opinión. La tecnología se ha vuelto la gran delatora, mucho más que los hombres, quienes no se abren con sólo hacerles clic.

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