Principio tienen las cosas y, en lo relativo a la memoria, palabra esquiva para los colombianos —tanto, que hemos construido el prejuicio de que respecto a la historia somos amnésicos—, el Centro de Memoria, Paz y Reconciliación de Bogotá (CMPR) ha abierto una exposición que empieza a despejar con hechos tangibles esa ambigüedad. Se trata de la iniciativa “Resisto, luego existo”, que convoca testimonios sonoros, documentales audiovisuales, fotográficos, objetos representativos de las víctimas de la más diversa procedencia, archivos de titulares de prensa, afiches conmemorativos, nombres icónicos, plazoletas antaño escenarios de masacres a contestatarios, fachadas memoriosas que de repente nos devuelven las identidades de quienes hace años, de no habérseles ocurrido a padres o madres agobiados eternizarlos con varios brochazos, se hubieran extinguido en el anonimato, y así sucesivamente, en esa larga fila de inmolados que nos han deparado las fechas y los espacios infelices que han construido la historia de Colombia desde aquel 9 de abril de 1948. El CMPR, con severo rigor, ha sistematizado este memorial con aportes de los deudos, la comunidad, los colectivos victimizados, la prensa, los artistas, la academia, con la intención de recapitular episodios dramáticos que en caso de no haber contado con esta curaduría habrían seguido dispersos en lo volátil de los días, sin permitir el repaso de cuaderno de nuestra cotidianidad violenta que amenazaba naturalizarse. Este trabajo hacía falta —pues suma muchos esfuerzos aislados— para tener certeza del lugar que habitamos, reflexionar los correctivos y hacer el duelo imprescindible sin el cual difícilmente la sociedad podría inspirarse para diseñar la paz, el progreso y la democracia.
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Lo divino y lo humano
“Resisto, luego existo”
04 de abril de 2022 - 05:30 a. m.