Resume e infórmame rápido
Escucha este artículo
Audio generado con IA de Google
0:00
/
0:00
PUDE ATENDER EN DIRECTO LA parte del debate al alcalde Gustavo Petro en la Cámara de Representantes, en que éste hace una larga exposición sobre sus realizaciones, cuestionadas al máximo por la ciudadanía y por las bancadas parlamentarias.
Petro es soberbio parlamentario. Entregó con perfecta dicción y convincente oratoria sus argumentos. El debate a favor del metro para Bogotá fue apto para convencer a cualquiera; particularmente a mí, como escucha ocasional, no iba a convencerme, toda vez que siempre he estado por esa opción para la capital, tardía e indecisa en el tema.
De hecho, cómo no lamentar que se hubiese optado por el sistema del solo-bus articulado, y sospechar que fue así por ser el único capaz de ofrecer resultados visibles en los escasos tres años (98, 99 y 2000) de una administración, que se acreditaría de esta manera la solución del transporte.
El alcalde parlamentario se paseó con propiedad por los tecnicismos, que los tiene bien medidos y consultados, ofreciendo a cada paso cifras y porcentajes. Tiene la lección perfectamente aprendida y menos mal es afecto a esta decisión del metro bogotano, tan aplazada y tan traumática como habrá de ser, por no haberlo hecho a una con la ciudad sino cuando la ciudad ya está hecha.
La elocuencia fatiga y no se alcanza a captar tanta variedad de pormenores, cálculos y variables, cuando al cabo de una hora el sueño comienza a pedir pista, más si vemos adormilados a los citantes y observamos las caras pacientes de otros muy escasos congresistas, que fueron quedando hasta la disolución del quórum deliberatorio.
Estaba en toda su salsa de parlamentario el burgomaestre de Bogotá. Para eso es bueno, muy bueno. Casi uno pedía que si prácticamente todo estaba resuelto, procediera a ejecutar ya mismo las obras, que se han visto aplazadas indefinidamente. El argumento de respuesta cae sólido: Bogotá cuenta ampliamente con el treinta por ciento del costo, claro que no en caja, sino en cupos de endeudamiento y en réditos de futuro. Pero, entonces, la pregunta del orador a sus citantes es la de dónde está el setenta por ciento restante, que le corresponde a la Nación.
Es la maravilla de hablar bien, con la arrogancia que le es característica, pero notándose la deficiencia de no ver realizados tan buenos proyectos, como si a la efervescencia oratoria le hubieran faltado el casco y la pala del constructor, que luce, y no sólo como símbolo, el vicepresidente.
Una inquietud que surge, de tantos ires y venires alrededor del metro es la de cómo puede pensar su contradictor Peñalosa en otra alternativa, completamente diferente, como es la del metro elevado, a imitación de Medellín, cuando ya lo de Petro está adelantado en estudios y hasta en la adjudicación de la primera etapa, la que se anuncia para antes de terminar su mandato.
Conoce más
Temas recomendados:
Sin comentarios aún. Suscríbete e inicia la conversación
