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Algo del tema

Lorenzo Madrigal

28 de febrero de 2022 - 12:30 a. m.

No soy abogado, como lo dice de sí misma Diana Sofía Giraldo, en el programa La Noche, muy autorizada ella y enfurecida por el fallo sobre el aborto. Yo tampoco lo soy y sólo cuento con haber sido estudiante del derecho, pero le haré un sobrepaso al tema, apelando a la vida práctica. Y, claro está, sin pontificar, pues no soy el arzobispo primado, quien por cierto se ha pronunciado en forma tenue, como parece ser su estilo.

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He contado con una linda y espontánea discípula de pintura de caballete, saludable como ella sola y quien nació —yo lo supe y lo recuerdo— con apenas cinco meses y medio de gestación (menos de 24 semanas, contadas desde el día de su concepción).

Oleo de mi estudiante

De su espléndida vida nos hubiéramos visto privados según tribunales de hoy y es un horror imaginarlo. Ni por un instante lo pensaron sus padres, aun corriendo el riesgo de la vida de la madre, como en realidad se corrió. Me hallé a las puertas de esa clínica, cuando los médicos sostenían su existencia ya formada, y con ella otras, cuya sobrevivencia requería apenas, y con gotero, un último empujoncito de vida.

Casos hay similares al que relato, tan frecuentes como el diario vivir. Sorprende un pronunciamiento como este de la Corte Constitucional, originado en cuatro o cinco letrados, que en ello no va. Error sin duda del presidente fue criticar el fallo por el escaso número de magistrados que lo emitieron; exabrupto de una perorata vehemente.

Una decisión de autoridad bien puede ser producto de una mayoría entre pocos, siempre que sea lo establecido. Y así suene desproporcionado el escaso número de quienes fallan, son ellos la dura legalidad. Con la sola excepción de la ley natural, derecho que sobrepasa cualquier jurisprudencia, como el derecho a la vida.

Dije que me apartaría del tema jurídico, pero el Código Civil, al paso que establece el comienzo de la existencia legal de la persona en el nacimiento o la separación de la madre, también les ordena a los jueces defender el derecho a la vida del no nacido sin contar siquiera los meses desde su concepción. ¡Eureka!

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Me voy, me voy del tema, no tengo títulos, aunque para defender la vida no se necesitan, como lo dice la altiva Diana Sofía. Por la vida se enfrenta uno, sin reato, a los tanques de Tiananmén, a los juicios populares de Mao (como los que padeció mi inolvidable amigo, el misionero Daniel Sicard) o a las cortes complacientes.

***

Persiste la vieja dificultad de saber cuándo comienza la vida. Si en el momento de la concepción, como hemos creído los más tradicionales (y la Convención de San José); al padre Carlos Novoa le oigo hablar de una etapa embrionaria y de otra fetal. Es de creer que un bebé de seis meses hace rato es una persona humana.

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