Este portal es propiedad de Comunican S.A. y utiliza cookies. Si continúas navegando, consideramos que aceptas su uso, de acuerdo con esta política.

Asilo

Lorenzo Madrigal

22 de abril de 2024 - 04:00 a. m.

Qué hermosa palabra: “Asilo”. Me ha seducido siempre o, por lo menos, desde cuando incursioné ligeramente en los campos del derecho como estudiante, que no he dejado de serlo. Asilo, refugio, protección, palabras que parecen extraídas de los discursos, sermones, de San Juan Crisóstomo, amparo que lo dio primero la iglesia.

PUBLICIDAD

Gánale la carrera a la desinformación NO TE QUEDES CON LAS GANAS DE LEER ESTE ARTÍCULO

¿Ya tienes una cuenta? Inicia sesión para continuar

Y es que “asilo” pareciera ser el antiderecho. Y no, es el derecho en su esencia primera, en su síntesis, en su gran contenido. Allí se condensa la ley que pone límites a la conducta humana. Allí se frena, de tajo, el Estado-policía. Qué raro que, por razones políticas, gobiernos dictatoriales de la región americana se hagan ahora solidarios de la tesis del asilo político, cuando es invadida, violada, la sede diplomática de México por esbirros del gobierno ecuatoriano, convertido sorpresivamente en Estado-policía, antítesis del Estado de Derecho.

Entonces ocurre que los enemigos del derecho, visibles sátrapas, adhieren a la ley esencial, como acabamos de definir al asilo. Esto confirma, dentro de la confusión de los tiempos, la filosófica explicación de Pablo VI sobre la fuerza del error, que reside en la parte de verdad que contiene. Apoyan el asilo, a última hora, quienes ejercen la fuerza en contra de las libertades fundamentales, los que tienen presos políticos en horrorosos encierros. En apoyar el asilo hoy en día no se equivocan y en ello consiguen un poco de aceptación del mundo civilizado. Lo mismo podría pensarse, adentrándose en Pablo VI, que su iglesia, la verdad religiosa, pierde igualmente fuerza cuando es poseída por algún error, de varios que han ido corrigiéndose. Manes del atormentado y sabio pontífice.

Foto: Lorenzo Madrigal

Algunas personas de la política, funcionarios y aun filósofos de esta ciencia, se sienten frustrados cuando la persecución del delito se frena intempestivamente con este inesperado derecho: el de asilo.

En las sedes de la diplomacia se pueden pasear intocables algunos delincuentes, no todos lo son, por supuesto, o los condenados injustamente. Parece absurdo, se ve como la máxima contradicción de la ley donde la policía no tiene lugar, solo el derecho. Es la fundamental gracia del perdón o de la duda. El ser humano se ve amparado por una condición excelsa, donde únicamente la verdad, siempre difícil, podría condenarlo. Es una ceja de luz, el respiro frente a la persecución. Es un equilibrio a las rígidas normas sociales, algo finalmente consagrado no solo en forma consuetudinaria, sino aún positiva y en convenciones, como las de Ginebra o en la legislación española, posterior a Franco, tan sesudamente analizada por López Garrido en su Derecho de Asilo.

Read more!

Tampoco ha fallado en este tema la diplomacia colombiana, bien protegida como ha sido por el canciller Leyva Durán, temporalmente defenestrado, y ahora por mi admirado Luis Gilberto Murillo.

Conoce más

Temas recomendados:

Ver todas las noticias
Read more!
Read more!
Este portal es propiedad de Comunican S.A. y utiliza cookies. Si continúas navegando, consideramos que aceptas su uso, de acuerdo con esta  política.