Me llamó la atención que en un reciente comunicado por X (ya estoy en estas, ¿cómo les parece?) el señor presidente de la República se refiriera al secretario general de la Cancillería con el inusual giro de haberlo traicionado.
Habla de traición cuando ha debido mencionar alguna actuación ilegal, si fuera el caso, o una extralimitación de funciones, esto es, usando vocablos propios de un estado de derecho. Traición suena a asociación delictiva, donde se da una ligazón por complicidad más que una obligación administrativa y, en todo caso, jurídica.