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Democracia

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Lorenzo Madrigal
04 de agosto de 2025 - 05:05 a. m.
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Se nos dice que es ahora cuando gobierna el pueblo, nunca antes. Ahí nos queda la palabra, con su legítimo origen griego: demos –pueblo– y kratos –poder–, escrito así, por su sonido y con caracteres hispánicos. Es sumamente difícil, casi imposible, poner en práctica una democracia.

Qué democracia puede ser la nuestra si, a punto de constituir una alternativa a la que elegimos y padecemos, se nos arrebata al elegido en reemplazo, “como del rayo”, que dijera Hernández en su poema elegíaco. No es la mejor democracia, pero es la que tenemos. Si deslegitimamos la que tenemos, que debemos perfeccionarla, tampoco la que vivimos sería legítima. Mal puede decirse que todos los gobiernos anteriores fueron ilegítimos y denigrar de los héroes, lo que es prácticamente no desarmar sino dinamitar la palabra. Acojámonos al dicho de monseñor Rueda, muy propio de un cardenal primado, “desarmar la palabra”, que ruede, que haga carrera.

Democracia
Foto: Lorenzo Madrigal

Todavía suena el nombre de Miguel Uribe Turbay entre los precandidatos a la presidencia y encabezando con Juan Daniel Oviedo y por encima del mismo Sergio Fajardo. Por segunda vez, la alternativa es destruida. La primera vez, tratándose de un muy claro candidato, ocurrió con Jorge Eliécer Gaitán. Ya lo dije una vez: ¿Para qué elecciones? Si el primero que elige es el revólver. Igual pasó en Brasil cuando apuñalaron a Bolsonaro en las elecciones en que fue elegido y en Ecuador, recientemente. Por ahí circula el dicho: bendita democracia, aunque así nos mates.

Con mucha incertidumbre se ven las elecciones de 2026. El presidente no confía en ellas (aunque sí en las que lo eligieron a él mandatario legítimo) y si él mismo ha denigrado de nuestra democracia, tiene, pues, argumentos para no creer en los resultados electorales y vamos, para no entregar el poder. Creo haberlo dicho varias veces, vamos a elegir entre un presidente y un dictador, que ya se anuncia. Quiero con toda firmeza que mis fatales pronósticos salgan fallidos.

Hay cosas todavía peores entre las que vivimos, porque no es un éxito descargar el sable de la justicia en un presidente que el país quiso durante ochos años y de quien se dijo, por las voces más autorizadas, que era irreemplazable. Los que condenaron al expresidente Uribe, cuya sanción y extradición provienen de su gobierno, han orquestado las acusaciones, y funcionarios judiciales de este gobierno enemigo han fallado en su contra. Es un debate en que se discute la libertad de una persona y su memoria histórica con argumentos enconados y pruebas irregulares. Al presidente Uribe seguirán tratando de inhabilitarlo políticamente.

Democracia sí hay y tendrá que seguir habiéndola, muy a pesar de los déspotas de izquierda. Gran engaño se nos estaba tramando, cuando al tercer año de Gobierno despertó el hombre contra el cuerpo del Congreso y contra cualquier opositor.

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