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El procurador Aramburo Restrepo

Lorenzo Madrigal
29 de noviembre de 2010 - 02:55 a. m.

ESE DOMINGO ELECTORAL VISITÉ de curioso el puesto de votación de la calle 46, sector de Chapinero, en Bogotá.

Era el diecinueve de abril de 1970 y eran las cinco de la tarde, las cinco en punto de la tarde. Quería captar un primer resultado, en las propias mesas, al cierre, las que comenzaron a arrojar votos mayoritarios para Rojas Pinilla.

Regresé a la carrera trece. Volví a ver la calzada hecha jirones, con basura por todas partes, la de una fiesta democrática que terminaba abruptamente. Me acerqué a un grupo familiar, que tanqueaba su auto en la gasolinera de la esquina. Unos niños se asomaron por la ventanilla para decirme, en tono casi inaudible: “ganó el general”.

El gobierno se había parcializado sin escrúpulos a favor de la candidatura de Pastrana Borrero. Al inaugurar el Inem de Kennedy, el presidente Lleras Restrepo, en tono enérgico, se había desmedido en contra de la restauración de la dictadura, y del regreso al poder de Gustavo Rojas.

Fue entonces cuando se hizo oír la voz doctrinaria, civil y ciudadana, del procurador Mario Aramburo Restrepo. Desde su mente jurídica le propinó un escrito de fuerte advertencia al presidente de la República, su nominador. Como tal cosa podía ser inaceptable para el colérico mandatario, Aramburo acompañó su reclamo civil con la carta de renuncia al cargo, que el presidente no podía aceptar y no aceptó.

Oponerse al poder vivo y actuante de un mandatario en ejercicio no es lo mismo que hacerlo cuando el jefe de Estado ya se ha separado del cargo y ha empezado a sufrir la mala racha de todo funcionario saliente, así sea el que deja, como lo llamara Alberto Lleras, el primer empleo del país.

Al procurador Alejandro Ordóñez se le ve ahora más enérgico que nunca, diría que dispensando inhabilidades a granel entre los funcionarios del antiguo régimen, cuando ya ha concluido el gobierno de los ocho años. Otro fue el gesto temerario que consagró para la historia a Mario Aramburo, por su independencia y carácter.

Ordóñez fue, en forma indirecta, nominado por el gobierno de Uribe, pese a que éste aportó a la terna a un abogado importante, por el cual nadie votó en el Senado. Se habló entonces de la afinidad del Ejecutivo con el ex consejero de Estado y se percibió el guiño que la Casa de Nariño le hacía a Ordóñez, quien salió elegido por la obsecuente corporación.

Habiendo sido antes gobernador de su departamento, Mario Aramburo desempeñó la Procuraduría General entre los años 67 y 70 y falleció en la ciudad de Medellín en 1989, luego de un austero retiro a su bufete profesional. Una estatua está faltando en alguna plaza pública, que honre la memoria de este ciudadano ejemplar.

 

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