Lo saben algunos amigos (y mis lectores, que son casi los mismos) que de tiempo atrás me ha parecido que las encuestas estorban y anticipan indebidamente los resultados democráticos. Es claro que simplifican, ahorran tiempo y dinero, sacan de juego a ilusos e insensatos, pero desgraciadamente también a quienes aún no son populares y de este modo no llegarán a serlo. Los encuestadores terminan diciéndole al elector: mire, estos son, escoja usted.
La primera consecuencia de presentar al público los resultados anticipados, casi siempre por la sonoridad de los nombres y no de las propuestas, es la de sacar del juego a quien no es...
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