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Malaya el mar de Colombia

Lorenzo Madrigal

19 de septiembre de 2021 - 10:00 p. m.

La expresión: ¡malaya tal cosa! era un localismo bogotano de buen recibo y que le escuchaba a veces a mi padre. Tenía gran fuerza de desconsuelo por algo que no fue o que no podía ser. Un tema para mi querida y admirada Alejandra Medina, columnista del buen decir en este diario.

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Valga la salvedad para expresar el desánimo por los fallos de La Haya, claro, haciendo un juego de palabras. Allí, en ese solemne tribunal, perdimos, hace nueve años, el dominio, si no el territorial al menos el económico, que tenía el país sobre miles de kilómetros de mar caribe.

Uno de los argumentos esgrimidos para denunciar, por parte del país limítrofe, el firme tratado Esguerra-Bárcenas, que aún favorece a Colombia, era que había sido firmado en tiempos en que Nicaragua era dominada por Estados Unidos. Qué ironía, ahora, cuando rige en ese mismo país una desafortunada tiranía, se debate ante el alto tribunal un nuevo concepto de posesión y límites con Colombia. Porque son los Estados, no sus circunstancias políticas, los que contratan.

Hoy 20 de septiembre se reabre la audiencia en La Haya sobre este litigioso caso de nuestro infortunio, saldado de mala manera en 2012, en tiempos del presidente Santos (Calderón) y de su ministra María Ángela Holguín. Se alega ahora el incumplimiento por nuestro país de aquel laudo y se volverá más tarde sobre la pretensión nicaragüense de las 200 millas extendidas de territorio marítimo, por poco tocando el mar nuestro de Cartagena.

Foto: Héctor Osuna

Ojo a este tema vital que quiso pasar desapercibido en tiempos en que la paz que impuso la guerrilla era único tema. Se puede decir que los derechos del mar y su pérdida fue gravísima falla del pasado gobierno, el cual lo redujo a una mera presentación del hecho, entre personajes de distintos partidos y timbres de teléfono, como si fuera algo del acontecer diario. Después, el inmarcesible Nobel de Paz borró cualquier fracaso o mala gestión atribuible al mandatario de los ocho abusivos años de gestión.

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El mar perdido, al menos como zona preferencial económica, así no se tratara de territorio jurídico (suena antinómico hablar de tierra donde lo que hay es mar), marcará ese desafortunado litigio y el gobierno que lo adelantó. ¡ Malaya, pues, el mar de Colombia !

Sálvenos la gestión de nuestros internacionalistas, Carlos Gustavo Arrieta y Manuel José Cepeda, de otros descalabros como los del tiempo Santos – Holguín, cuando carecimos de un Argüello como sí lo tuvo Nicaragua, de presencia permanente en La Haya. ¡Malaya un abogado Argüello!

***

Dos lamentados colegas –D´Artagnan y Antonio– me hicieron sentir siempre que yo era mayor que ellos, porque lo era. Lo que me producía un permanente complejo de viejo; ahora tengo uno de muerto.

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