Volver a ver, retornar, causa impresiones que golpean. Yo no me había alejado demasiado, fue la ciudad la que se alejó: el trayecto de 45 minutos se convirtió en dos horas, tres horas, en medio de un trancón (“atasco”, lo llaman en España) monumental, las visitas cesaron, la pandemia de hace tres años remató vínculos leves de amistad, la parentela murió, no necesariamente por la pandemia, sino por la vida misma que le marca a cada cual su hora.
Entrar por el norte es ver trechos cerrados y vías desviadas. La borrasca Claudia tiene obras repartidas y piensa uno: la ciudad va a quedar bonita, ¿pero cuándo? Por ahora un gris inicuo la...
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