Publicidad

El performance de un elefante blanco bailarín

Lucero Martínez Kasab
28 de agosto de 2023 - 03:41 p. m.

La publicidad es de esos campos fascinantes de la cultura occidental que se encarga de atraer la atención de las personas apoyándose en diferentes sectores creativos para persuadirlas sobre algún servicio o producto. Puede tratarse de insertar una nueva marca, reposicionar o mejorar una imagen de un determinado producto para que sea comprado. Para tal efecto, se sirve de todo el conocimiento alrededor de la psicología de las diferentes edades del consumidor, la influencia de los colores, la música, las imágenes y los textos.

La primera hoja impresa conocida es de 1472 en Mainz, Alemania, ofreciendo el libro más vendido en la historia de la humanidad, la Biblia. Es en Estados Unidos de América, país consumidor por excelencia, donde la publicidad se ha desarrollado con una altísima creatividad después de que apareciera en forma en la Inglaterra de la Revolución Industrial. Hoy en día es todo un movimiento mercantil que posee concursos donde se premian a las mejores campañas; ha escalado tanto que realiza investigaciones con la última tecnología para el estudio cerebral con el fin de determinar las motivaciones de la gente ante la publicidad. Es un gusto todo el ingenio en unos instantes de vídeo, audio, foto o en un texto.

La publicidad hace parte de las ciencias de la comunicación, pero necesita del arte para florecer. ¿Qué sería sin los colores, la música, el canto, las luces, los escenarios como grandes obras de teatro? Una obra de este tipo puede ser apreciada por cualquier persona común, razón por la cual otros campos además del mercantilista, la fueron utilizando para sus propósitos; es así como surge la propaganda, el mensaje que recurre a las mismas herramientas que la publicidad, pero no para incrementar el consumo de un servicio o producto, sino para influir actitudinalmente sobre un asunto específico.

En este sentido, desde hace un tiempo en Colombia a través de diferentes medios tradicionales y alternativos como Tiktoc se está compartiendo una propaganda silenciosa, pero altamente atrayente, la de alguien disfrazado de elefante blanco que de manera lúdica a través del baile o del compartir con los transeúntes se ubica al lado de una obra arquitectónica abandonada, la que necesitó de un gran presupuesto económico. Es una sugerente forma de denuncia del despilfarro de algunos gobernantes que, sin ningún reato de conciencia, por la corrupción, invierten en obras que no poseen los suficientes estudios para servir realmente a la comunidad.

Y, ¿de dónde surge la metáfora de un elefante blanco para designar a algo que requirió tanto esfuerzo y se dejó abandonado? En Tailandia, los elefantes blancos, que en realidad son grises claros o con visos rosados, son sagrados, la tradición cuenta que entre más elefantes de este tipo tuviera el rey, mayor era su estatus. Sin embargo, como suele suceder, las cosas pueden tener un doble uso, de tal manera que cuando al rey alguien le dejaba de parecer digno le regalaba un elefante blanco para hundirlo pues, siendo este animal sagrado, no podía deshacerse de él ni utilizarlo económicamente, debía sostenerle la vida, lo que implicaba un enorme gasto llevando a la ruina a dicha persona.

Este elefante blanco que baila tan divertido para llamar la atención en algunas obras inconclusas de Colombia, nos hace caer en la cuenta de la gran ruina que los gobernantes corruptos llevan a sus regiones, enterrando los recursos públicos sin que ninguna autoridad se apersone y aplique la ley para hacerlos terminar o para sancionar a los funcionarios implicados en semejante negligencia. El elefante blanco bailarín ha visitado más de treinta edificaciones en el país que están sin terminar; entre ellas colegios en Ibagué; ha denunciado autódromos donde no compiten carros, pero que ya fue inaugurado; aeropuertos donde no aterrizan aviones, entre otras denuncias. Hace poco El Espectador en su edición del 24 de julio del presente año reseñó su aparición en Cali junto al puente de Juanchito que uniría a Cali con Candelaria, el que lleva una inversión de 61 millones de pesos y más de ocho años sin que se vislumbre su finalización. El performance, dice el artículo, apareció filmado por la cuenta en Tik Tok de @teloyquito en el pasado mes de julio logrando una gran difusión por las redes sociales.

Colombia es un país que, pese al artículo 270 de la Constitución de 1991 y el artículo 100 de la Ley 134 de 1994, donde se legaliza la participación de la ciudadanía en la vigilancia de la gestión pública, poco se dedica a ejercer control sobre las inversiones, los funcionarios, los contratos, etc., que se producen en el país, lo que repercute negativamente en el desarrollo de la sociedad. Otra cosa sería si la ciudadanía se apropiara de este derecho de veeduría como es debido, presentando demandas que conduzcan a efectos de responsabilidad fiscal por el perjuicio ocasionado a la sociedad, sobre todo en gigantescas obras de proyectos viales como la Ruta de la Prosperidad en el Magdalena, los puentes caídos que dejan incomunicadas a poblaciones enteras, el mega tanque de agua en Barranquilla que nunca ha prestado ese servicio, entre tantas otras regadas por Colombia.

Desde el arte de la danza este elefante blanco nos envía la propaganda de que primero está lo colectivo que lo personal y que es indispensable el ejercicio de las veedurías en Colombia dada la cantidad de bienes en estado de postración que representan miles de millones de pesos dilapidados. De resaltar el ingenio, la creatividad y el deseo de defensa de lo público de quien o quienes están detrás de esta simpática performance.

 

Constanza(15576)29 de agosto de 2023 - 01:33 a. m.
¿61 millones invertidos en un puente en 8 años? hummm. Esas cuentas no me cuadran. Revisa tus cálculos y tus conocimientos
Atenas(06773)28 de agosto de 2023 - 11:33 p. m.
Vea ud, y yo q’ creía q’ ese elefante blanco era una sardónica ironía pa recordar el elefante q’ no vieron en la cocina del proceso 8000 durante nefasta presidencia de un señorito santafereño, mismo q’ hoy hace la defensa del payaso presidente. Claro, entre bomberos no se pisan las mangueras.
Jaime(13760)28 de agosto de 2023 - 07:27 p. m.
De acuerdo con la columna, nuestros mandatarios son perfectos elefantes blancos, son monumentos a la desidia. Pobre mi Colombia
Guillermo(8126)28 de agosto de 2023 - 04:21 p. m.
Buen texto. Gracias.
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