Escucha este artículo
Audio generado con IA de Google
0:00
/
0:00
Jesús de Nazaret, el mismo observador agudo de la injusticia económica que volcó las mesas de los cambiadores de dinero, les hablaba así a las élites de Judea: “¡Ay de ustedes, escribas y fariseos, hipócritas que pagan el diezmo de la menta, del anís y del comino, y han descuidado los preceptos más importantes de la ley: la justicia, la misericordia y la fidelidad!”.
Los hipócritas —el término griego del Nuevo Testamento es el mismo usado para los actores de teatro— son los que fingen sentimientos distintos a los verdaderos. En su columna del domingo, el ministro de Hacienda, Alberto Carrasquilla, se da golpes de pecho por la injusticia del IVA que no pagan los más privilegiados: hay que ponerlos, implora, a pagar IVA por la menta, el anís y el comino.
Pero calla, como callan el presidente, su Gobierno y los gremios que los vitorean, que la reforma tributaria está orientada en gran parte a tapar el hueco fiscal abierto por los recortes de impuestos hechos en 2018 al capital —a las empresas y a sus dueños, que están concentrados entre el 1 % más rico de los colombianos—. Callan que la llamada devolución del IVA son las migajas de los recortes tributarios que caen de la mesa de los ricos: un par de billones de pesos para el 20 % más pobre, entregados para justificar un recorte de casi diez billones a las empresas del 1 % más rico. Callan que quienes ganan el salario mínimo no reciben compensación del IVA, pero sí tendrán que subsidiar de su bolsillo el recorte de impuestos a los grandes grupos económicos. Hacen, en resumen, un alarde teatral de preocuparse por la injusticia económica que ellos mismos han acrecentado. ¿Es conveniente que los ricos paguen un IVA más alto? Quizá. Retomando la cita: “Estas son las cosas que debían haber hecho, sin descuidar aquellas. ¡Guías ciegos, que cuelan el mosquito y se tragan el camello!”.
