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El trumpismo comercial de la izquierda colombiana

Luis Carlos Reyes

02 de marzo de 2017 - 12:35 a. m.

Más de un izquierdista colombiano habrá quedado rascándose la cabeza si vio el primer discurso de Donald Trump ante el Congreso estadounidense. Con su insistencia en retirarse de los tratados de libre comercio que los EE. UU. han pasado décadas negociando y ratificando, y su declaración de que más que el “libre comercio” prefiere el “comercio justo”, bien habría podido venir a Colombia a buscar la presidencia como representante del anti-neoliberalismo vociferante.

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Sería erróneo ver al proteccionismo que une a Trump con la izquierda latinoamericana como una aberración de su agenda de extrema derecha. Por el contrario, la oposición al libre comercio cumple la misma función política para izquierda y derecha: encontrar chivos expiatorios extranjeros para no abordar los verdaderos problemas del país.

Trump presumió, por ejemplo, de que ha logrado que Ford y Chrysler le “devuelvan” a Estados Unidos trabajos que habían enviado al extranjero, de la misma manera que la izquierda colombiana busca evitar que “nuestros” trabajos en la industria textil desaparezcan a causa de la competencia asiática. Tanto Trump como la paleoizquierda se equivocan (o nos engañan) al decir que esto beneficia al país. Ocurre que si se suman los ahorros de todos los estadounidenses que compran carros japoneses más baratos y de más calidad que los hechos en EE. UU., lo ahorrado alcanzaría para pagarles a los trabajadores de la industria automotriz una compensación justa por la pérdida de su trabajo, al igual que por la capacitación necesaria para desempeñarse en otro campo. De igual modo, lo que los colombianos ahorramos al comprar textiles extranjeros más baratos alcanza de sobra para compensar a los trabajadores nacionales desplazados en esta industria.

La verdadera justicia comercial consiste en no olvidar que si todos ganamos al comprar cosas más baratas, estamos obligados a compensar y capacitar a los trabajadores desplazados por las importaciones. Pero no tiene sentido reducir el tamaño del pastel que nos vamos a repartir.

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Sin embargo, como a los populismos no les importa la prosperidad nacional tanto como el sentimentalismo y los votos fáciles, atacan al libre comercio porque es un blanco fácil.

Si entrevisto en televisión a un trabajador colombiano que perdió su empleo ante la competencia de los textiles de Bangladesh, no importa que entreviste a cuarenta millones de colombianos diciendo que con lo que ahorraron pudieron comprarse una bolsa de leche más. Azuzar la indignación nacional contra asiáticos e importadores es lo más fácil. Lo complicado sería empezar a construir un verdadero estado de bienestar, en el cual perder un trabajo no sea una tragedia que deje al trabajador y a su familia sin vivienda, educación, o salud de calidad.

La diferencia entre un estadista que busca la justicia social y un populista es que el primero defiende y construye un estado incluyente, mientras que el segundo busca votos fáciles y chivos expiatorios en el extranjero. Ojalá que nuestra izquierda alcance pronto, siquiera, un nivel de seriedad en política comercial mayor que el de Trump.

*Ph.D., Profesor del Departamento de Economía, Universidad Javeriana

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Twitter: @luiscrh

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