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La fragilidad de la democracia

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Luis Carlos Reyes
29 de octubre de 2020 - 03:00 a. m.
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Las elecciones del próximo martes en Estados Unidos, independientemente de quién gane, son cruciales para el futuro de la democracia. No sólo por el peligro de una reelección de Donald Trump, sino también porque la frustración de la oposición ha llevado a los demócratas a amenazar con retaliaciones que debilitarían una serie de instituciones y acuerdos mutuos que han permitido que por siglo y medio se mantenga la independencia entre los poderes Ejecutivo, Legislativo y Judicial.

El fallecimiento de la juez de la Corte Suprema de Justicia Ruth Bader Ginsburg llevó a que el Senado, de mayoría republicana, se apresurara a confirmar al reemplazo propuesto por el presidente Donald Trump. Esta decisión —que dejaría a los conservadores con seis jueces de nueve en la Corte— no sería inusual, de no ser porque los republicanos bloquearon la última nominación del entonces presidente Obama antes de concluir su mandato, argumentando que, quedándole tan poco tiempo de gobierno, el nuevo juez debía ser nominado y confirmado por el ganador de las elecciones. Los republicanos ahora se niegan a seguir la nueva “regla” que ellos mismos se inventaron, llevando a que los demócratas amenacen con aumentar el número de jueces en la Corte para obtener la mayoría.

Lo interesante es que nada en la Constitución les impide hacerlo si ganan las elecciones. Sin embargo, tanto demócratas como republicanos se han abstenido de usar esta táctica por siglo y medio: ambos partidos han entendido la importancia de respetar el espíritu de las leyes. ¿Por qué un sistema de gobierno tan estable como el estadounidense está pasando por situaciones típicas de repúblicas bananeras? Entender cómo prevenirlas, no solo allá sino también en sistemas más frágiles —como el nuestro—, es indispensable para evitar que sigamos todos un camino parecido al de las democracias que han desaparecido sin necesidad de golpes de Estado, y que, de hecho, han desaparecido a punta de elecciones.

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Atenas(06773)29 de octubre de 2020 - 05:15 p. m.
Nnooooo, ¡qué va! Ciertas democracias también han caido por cuenta y gracia de una nube de intonsos librepensadores o seudointelectuales q' llaman, quienes en las nubes de sus ilusiones han jugado con revoluciones fallidas y sobre las cuales, luego, en el pico del fracaso, aún aducen al capitalismo acusar de su tiestazo.
Alfredo(67430)29 de octubre de 2020 - 04:17 p. m.
¿Será democrático apoderarse de todos los estamentos que le hacen contra peso al ejecutivo para que nadie les impida hacer y deshacer con el poder que esas corporaciones le aprueban? Ni en Colombia ni en el resto del mundo hay democracia. En ellas siempre hay en "macias" que hace la jugadita para burlar a la oposición. Miramos al vecino y nosotros con rabo de paja. ¡Vaya democracia!
Alfredo(67430)29 de octubre de 2020 - 04:08 p. m.
La democracia en la realidad de los pueblos nunca la ha habido ni la habrá, es un sofisma de distracción para que la minorías acepten todas las gestiones de quienes se impongan. Hay muchas personas que creen que en los Estados Unidos existe y es la verdadera. A mi modo de ver lo que se palpa es el pacto social de dos partidos políticos que se turnan el poder y el resto acepta lo ellos decidan.
Julio(2346)29 de octubre de 2020 - 02:10 p. m.
¿Democracia? ¿De qué me hablas viejo? En Colombia la democracia es como Dios: nos dicen que existe, pero jamás la hemos visto.
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