Este portal es propiedad de Comunican S.A. y utiliza cookies. Si continúas navegando, consideramos que aceptas su uso, de acuerdo con esta política.

Los evangélicos y la política

Luis Carlos Reyes

28 de septiembre de 2016 - 09:00 p. m.

El debate presidencial entre Donald Trump y Hillary Clinton me recordó el llamado hecho por Carlos Alonso Lucio para que los cristianos evangélicos “salieran del closet” a defender sus convicciones.

PUBLICIDAD

La tesis de Lucio es que la comunidad evangélica debe usar el proceso político para lograr que Colombia tenga una moral cristiana. Este proyecto es peligroso y tiene que ser rechazado, especialmente por los evangélicos. Y hay que rechazarlo no porque la fe deba ser un asunto privado, sino porque las iglesias que se alían con el poder político se corrompen.

Pocos evangélicos colombianos se dan cuenta del apoyo mayoritario que tiene Donald Trump entre sus correligionarios estadounidenses. Trump, quien presume de su infidelidad sexual a sus tres esposas, quien dice no haberle pedido perdón a Dios jamás por nada, quien ridiculiza y trata como objetos a las mujeres y propone políticas tan alejadas de la ética cristiana como deportar a once millones de inmigrantes y negarles el asilo humanitario a los refugiados sirios que huyen del Estado Islámico, ese Donald Trump es el candidato de los evangélicos. A esta situación absurda no se llegó de la noche a la mañana. Más bien, es la culminación de un proceso que empezó en los años 80 con una propuesta semejante a la de Lucio.

En aquel entonces, la posición dominante del grupo evangélico más grande del EE.UU., la Convención Bautista del Sur, era que la iglesia y el estado deben estar separados. Esta lección la aprendieron los bautistas desde sus orígenes en Inglaterra y Alemania, donde fueron perseguidos y martirizados por las iglesias estatales de sus países a causa de su fe.

Jerry Falwell, un pastor bautista, decidió desechar esta tradición. Con una propuesta como la que ahora les hace Lucio a los evangélicos colombianos, fundó la coalición religiosa llamada la Mayoría Moral. Sus metas incluían promover la oración en las escuelas públicas y prohibir el aborto, y el partido Republicano atrajo a millones de evangélicos prometiéndoles su apoyo político. También los convenció de aceptar sus metas de reducir la asistencia social, recortarles los impuestos a los ricos y negar la realidad del calentamiento global, metas de una élite empresarial que buscaba enriquecerse aún más. En el proceso, muchos evangélicos se hicieron merecedores de aquella condenación de Cristo: “Apártense de mí… Pues tuve hambre, y ustedes no me dieron de comer; tuve sed, y no me dieron de beber; anduve como forastero, y no me dieron alojamiento; sin ropa, y no me la dieron; estuve enfermo, y en la cárcel, y no vinieron a visitarme”.

Read more!

Para colmo, aunque los evangélicos estadounidenses han sido indispensables para todas las victorias presidenciales republicanas desde aquel entonces, han recibido poco de lo prometido. Pero enamorados de la idea de votar por el candidato que les prometa convertir a su nación en un país cristiano, ponen su fe en un partido que los utiliza con cinismo y descaro.

Ojalá los evangélicos en Colombia aprendamos en carne ajena. Que no seamos – paradoja histórica – los aliados de quienes extrañan la época de la inquisición española, ni de los políticos que usan y desechan a quien les conviene.

Luis Carlos Reyes, Ph.D., Profesor Asistente, Departamento de Economía, Universidad Javeriana
Twitter: @luiscrh

Read more!
Conoce más

Temas recomendados:

Ver todas las noticias
Read more!
Read more!
Este portal es propiedad de Comunican S.A. y utiliza cookies. Si continúas navegando, consideramos que aceptas su uso, de acuerdo con esta  política.