Las redes sociales, como la sociedad que reflejan, están llenas de lo que en teología se conoce como convicción de pecado. Condenamos a vivos y muertos desde nuestros celulares, cual jurado del Juicio Final: caen las estatuas de los segregacionistas en Estados Unidos, se tambalean las de genocidas como Leopoldo de Bélgica y Cristóbal Colón, y empezamos a llamar por su nombre el abuso sexual que antes tratábamos como “indiscreciones” de las figuras públicas.
Los antiguos pecados de la blasfemia y del consumo de alimentos impuros han regresado a la conciencia pública con fuerza sorprendente: usar nombres inadecuados y ofensivos para...
Conoce más
Temas recomendados:
Sin comentarios aún. Suscríbete e inicia la conversación
