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Castrochavismo

Luis Carlos Vélez
05 de septiembre de 2016 - 10:58 a. m.

Durante los últimos cuatro años, la oposición ha usado un término que poco a poco se abre espacio para describir un escenario donde la economía es un fracaso, la prensa libre es destruida, la libre expresión eliminada, el derecho a la propiedad privada borrado, la justicia suprimida y los nexos con los regímenes de Cuba y Venezuela aumentados y convertidos en norma. Se trata de “castrochavismo” y ha sido popularizado por el expresidente Álvaro Uribe.

Este dardo ha sido principalmente utilizado, en el marco del proceso de paz, contra el presidente Juan M. Santos y su administración. Sin embargo, los recientes hechos dejan claro que el blanco de estos ataques es equivocado, ya que no queda duda de que en Colombia hay personajes políticos que hacen a diario más méritos para recibirlo. Me refiero a Gustavo Petro, que esta semana, por medio de su muy seguida cuenta de Twitter, hizo todo lo posible para elevar el perfil de la marcha chavista en Venezuela, así fuera que para ello tuviera que usar fotos viejas que correspondían a otros eventos.

El viernes, desde temprano, Petro se dedicó a trinar en contra algunos medios de comunicación colombianos, diciendo que seguro no mostrarían fotos que él sí publicaría y que mostraban una significativa cantidad de asistentes a las manifestaciones a favor del régimen de Maduro. Sin embargo, las imágenes que el político cordobés usó eran de la campaña presidencial del 2012, que ganó Hugo Chávez. Fotografías viejas que mostraban una realidad distinta a la registrada la semana pasada en las calles de Caracas, inundadas por opositores al Gobierno, no seguidores.

No se trata de un error menor, sobre todo si se tiene en cuenta que el régimen de Nicolás Maduro hizo todo lo posible para evitar el ingreso de prensa extranjera que pudiera mostrar la verdadera magnitud del descontento creciente frente a la situación económica y social en Venezuela. Maduro no contó con el impacto que tuvieron las redes sociales en el registro de la histórica jornada. Tal vez pensó que tapando a los medios tradicionales nadie se daría cuenta de la masiva expresión de rechazo que tuvo lugar en la capital de su país. Al sumarse a esta estrategia, Petro quedó en evidencia en su respaldo a un régimen tan salido de la realidad que fue capaz de tirar a la quiebra a una de las naciones con mayores reservas petroleras probadas en el mundo.

A pesar de esto, Gustavo Petro tiene una base política significativa. Hace poco salió a las calles de Bogotá para medir fuerzas en momentos en que no tiene mucho juego, y sorprendentemente tuvo compañía. Pareciera que el ejemplo de destrucción en Venezuela no terminara de calar en Colombia y no nos diéramos cuenta de que el verdadero castrochavismo no está en la búsqueda de la paz sino en las acciones, actitudes y procedimientos de uno de los más controvertidos alcaldes que ha tenido Bogotá y que muchas veces se escudó en echarles la culpa de sus desventuras a los demás, incluidos los medios de comunicación, siguiendo al pie de la letra lo que dicta el manual de instrucciones del socialismo del siglo XXI.

Si Petro sigue ganando espacio en el espectro político colombiano, no es por el acuerdo de paz o la eventual participación en política de las Farc, es en gran parte porque mientras Santos y Uribe se disparan con todo lo que pueden, otros están al acecho para hacerse de sus restos y capitalizar a su favor.

 

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