Una de las características de los colombianos es que acostumbramos a mirarnos tanto en el espejo que pensamos que somos el centro del mundo, perdiendo de vista el panorama realmente importante y la proporción de las cosas. Gracias a este ombliguismo criollo continuamente consideramos episodios como anecdóticos cuando no son lo que debería estar en el centro del debate nacional. Me explico.
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Una de las características de los colombianos es que acostumbramos a mirarnos tanto en el espejo que pensamos que somos el centro del mundo, perdiendo de vista el panorama realmente importante y la proporción de las cosas. Gracias a este ombliguismo criollo continuamente consideramos episodios como anecdóticos cuando no son lo que debería estar en el centro del debate nacional. Me explico.
Nunca antes como la semana pasada habíamos tenido en frente tres temas que preocupen tanto a nivel internacional y que peligrosamente pasan a segundo plano frente a las marchas, el manejo del Esmad, las “chuzadas” y las inquinas personales de turno.
El primero es el tema Hezbolá. Durante su visita a Colombia, el secretario de Estado de EE. UU. dijo que le preocupa la presencia de ese grupo terrorista en Venezuela y lideró la declaración que le dio el carácter de amenaza regional a esa organización experta en bombazos y ataques suicidas. El mensaje de Pompeo coincidió con un artículo en el diario El Tiempo escrito por Néstor Humberto Martínez en el que reveló que las investigaciones sobre el atentado a la Escuela de Cadetes hace un año en Bogotá fue perpetrado por un terrorista del Eln que se inmoló en el lugar, convirtiendo esa acción violenta en el primer atentado suicida en nuestra nación. En su escrito, el exfiscal asegura que el atacante fue entrenado en Venezuela antes de llegar a nuestro país para ejecutar su ofensiva. Preocupante.
El segundo tema es Al Qaeda. La acuciosa periodista de Noticias RCN Maritza Aristizábal le siguió la pista a la captura de tres terroristas de esa organización en Estados Unidos y estableció que intentaron ingresar a la unión americana usando pasaportes colombianos. Su informe destaca que los hombres obtuvieron la documentación gracias a una red de papeles ilegales que funcionaba en oficinas de la Registraduría y pasaportes de La Guajira y Magdalena. Información suministrada por Migración Colombia sostiene que los hombres, de origen sirio, entraron por La Guajira provenientes de Venezuela y fueron identificados una vez solicitaron visa para ingresar a EE. UU. Grave.
El tercero es Rusia. Un reciente artículo de The New York Times recoge un informe hasta ahora confidencial del Departamento de Estado de EE. UU. que asegura haber identificado actividad inusual en redes sociales proveniente de Rusia durante el paro el año pasado. El mismo fenómeno también se identificó, según el diario, en otros países latinoamericanos durante sus días de manifestaciones. El documento sostiene que Colombia habría sido blanco de esa actividad por su postura crítica hacia el régimen de Nicolás Maduro. Miedoso.
Se trata de tres eventos que tienen como protagonista común a Venezuela en un escenario que pone a Colombia frente a tres enemigos que también tiene EE. UU. ¿Mera coincidencia? Nuestro país ha sido históricamente el aliado más fuerte y comprometido que tiene Washington en la región, mientras que para nadie es un secreto que Venezuela mantiene una cercanía cada vez más estrecha con Irán y Rusia, además de haberse declarado simpatizante de la causa siria y palestina.
Las diferencias Venezuela-Colombia hoy por hoy van más allá de las bravuconadas de Maduro o las escaramuzas de la frontera. Tal vez deberíamos estar debatiendo en serio, sin ridiculizaciones originadas en nuestra pequeña política y amplia polarización, estos tres episodios que en cualquier otro lugar del mundo estarían en la primera portada del debate nacional.