En términos económicos, las cosas están tan bien en Estados Unidos que todo el mundo está esperando el momento en que la situación empiece a dar señales de retroceso para salir corriendo y perder lo menos posible. El estado de las cosas es tan esquizofrénico que traducido a otro escenario, es como si la novia estuviera muy bonita para que saliera con uno y por lo tanto supongo que debe ser que está loca. Así que mi estrategia es esperar a que haga algo raro y así terminar la relación y tirar la puerta. Algo esquizofrénico, pero real.
La realidad es la siguiente: Estados Unidos vive en momentos de empleo prácticamente pleno. En septiembre la tasa de desempleo fue de 3,7, la más baja desde 1969. En términos del mercado, salvo unos hipos la semana pasada, los indicadores están mostrando récord. El índice industrial Dow Jones ha cerrado en récord 14 veces este año, siendo el 2018 uno de los mejores años de comportamiento en la historia reciente.
Sin embargo, los analistas están empezando a preguntarse: ¿cuándo terminará esta ola de buenas noticias? Algunos ya están encontrando señales.
La primera está en las tasas de interés. Los rendimientos de los papeles de la Reserva Federal saltaron la semana pasada a 3,23 %, el porcentaje más alto desde 2011. Se trata de una cifra nada despreciable luego de que, durante la crisis financiera del 2009, el Banco Central tuviera que bajar sus tipos de cambio prácticamente a cero para darle liquidez al mercado y sacarlo del hueco en el que se encontraba.
Mayores tasas de interés se traducen inmediatamente en apreciaciones en el dólar. El viernes, el índice Bloomberg del dólar, que mide el comportamiento de la moneda a escala mundial, había avanzado 5,6 % en los últimos seis meses. En Colombia, la cotización de la moneda extranjera se acerca cada vez más a los $3.100.
Para saber qué tan importante es el dólar en la economía global imaginemos por un instante cuándo fue la última vez que pensamos en la cotización del euro o del yuan. ¿Ha pasado tiempo, verdad? Atrás quedaron los años en que otras monedas captaban la atención global y daban señales de convertirse en un competidor del billete verde. Es por eso que lo que está pasando económicamente en EE. UU. representa un verdadero reto para las finanzas globales, que cada vez son más dependientes de la moneda estadounidense. Por lo tanto, lo que pasa en los mercados en Estados Unidos tiene un impacto determinante en nuestras finanzas.
Para seguir con el tema de la esquizofrenia gringa, también hay que señalar que los mercados están muy preocupados por el fenómeno llamado trampa de liquidez, que no es más que la economía se quede sin dólares para trabajar, ya que los inversionistas prefieren mantener su dinero efectivo o ahorros porque están esperando a que algo malo pase y no se quieren quedar sin efectivo en un evento catastrófico.
En Estados Unidos algunos ven que ese evento negativo ya está asomando las orejas. Le temen mucho también a lo que serán los efectos de una guerra comercial con China, una subida sostenida de los precios del petróleo o el fin de la bonanza tecnológica. Todas olas muy poderosas que, escondidos tras las montañas de Bogotá no se sienten, pero que mientras este Gobierno no empiece a funcionar, incluido lo económico, son una verdadera amenaza y acá sí que tenemos muy poco para reaccionar.
En términos económicos, las cosas están tan bien en Estados Unidos que todo el mundo está esperando el momento en que la situación empiece a dar señales de retroceso para salir corriendo y perder lo menos posible. El estado de las cosas es tan esquizofrénico que traducido a otro escenario, es como si la novia estuviera muy bonita para que saliera con uno y por lo tanto supongo que debe ser que está loca. Así que mi estrategia es esperar a que haga algo raro y así terminar la relación y tirar la puerta. Algo esquizofrénico, pero real.
La realidad es la siguiente: Estados Unidos vive en momentos de empleo prácticamente pleno. En septiembre la tasa de desempleo fue de 3,7, la más baja desde 1969. En términos del mercado, salvo unos hipos la semana pasada, los indicadores están mostrando récord. El índice industrial Dow Jones ha cerrado en récord 14 veces este año, siendo el 2018 uno de los mejores años de comportamiento en la historia reciente.
Sin embargo, los analistas están empezando a preguntarse: ¿cuándo terminará esta ola de buenas noticias? Algunos ya están encontrando señales.
La primera está en las tasas de interés. Los rendimientos de los papeles de la Reserva Federal saltaron la semana pasada a 3,23 %, el porcentaje más alto desde 2011. Se trata de una cifra nada despreciable luego de que, durante la crisis financiera del 2009, el Banco Central tuviera que bajar sus tipos de cambio prácticamente a cero para darle liquidez al mercado y sacarlo del hueco en el que se encontraba.
Mayores tasas de interés se traducen inmediatamente en apreciaciones en el dólar. El viernes, el índice Bloomberg del dólar, que mide el comportamiento de la moneda a escala mundial, había avanzado 5,6 % en los últimos seis meses. En Colombia, la cotización de la moneda extranjera se acerca cada vez más a los $3.100.
Para saber qué tan importante es el dólar en la economía global imaginemos por un instante cuándo fue la última vez que pensamos en la cotización del euro o del yuan. ¿Ha pasado tiempo, verdad? Atrás quedaron los años en que otras monedas captaban la atención global y daban señales de convertirse en un competidor del billete verde. Es por eso que lo que está pasando económicamente en EE. UU. representa un verdadero reto para las finanzas globales, que cada vez son más dependientes de la moneda estadounidense. Por lo tanto, lo que pasa en los mercados en Estados Unidos tiene un impacto determinante en nuestras finanzas.
Para seguir con el tema de la esquizofrenia gringa, también hay que señalar que los mercados están muy preocupados por el fenómeno llamado trampa de liquidez, que no es más que la economía se quede sin dólares para trabajar, ya que los inversionistas prefieren mantener su dinero efectivo o ahorros porque están esperando a que algo malo pase y no se quieren quedar sin efectivo en un evento catastrófico.
En Estados Unidos algunos ven que ese evento negativo ya está asomando las orejas. Le temen mucho también a lo que serán los efectos de una guerra comercial con China, una subida sostenida de los precios del petróleo o el fin de la bonanza tecnológica. Todas olas muy poderosas que, escondidos tras las montañas de Bogotá no se sienten, pero que mientras este Gobierno no empiece a funcionar, incluido lo económico, son una verdadera amenaza y acá sí que tenemos muy poco para reaccionar.