En un entorno internacional incierto, empeorado esta semana con la amenaza nuclear de Putin, celebramos la apertura de la frontera, aún sin saber ―ante la actual ambigüedad de nuestra política exterior― si está motivada por afinidades ideológicas o, más bien, económicas, culturales o pragmáticas.
¿Se trata de un realineamiento en nuestras relaciones con el mundo? De alguna manera, aunque sus límites se desconozcan y no se hubiese estructurado, debatido ni consensuado, como debiera. El restablecimiento de relaciones con el régimen de Maduro, no por inconveniente, parece más una decisión de gobierno que de Estado ¿La reciente...
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