Crónica de un viaje en un país sin trenes

Luis Carvajal Basto
29 de noviembre de 2021 - 05:00 a. m.

A 5 años del Acuerdo de Paz con las Farc conviene reconocer sus alcances, limitaciones y pendientes. El país debe reconocerse: continúa dividido, siendo la unidad política frente a un asunto de tanta magnitud un requisito indispensable, aunque no sea suficiente, para una paz real.

Una breve historia del Acuerdo puede comenzar con la decisión política de conseguirlo y la costosa manera de lograrlo, partiendo del principio de que se trataba de un propósito nacional. En la perspectiva de resumir su historia, un hito se puede ubicar en las conversaciones de La Habana; otro en el plebiscito; otro en su firma; y un último en su incorporación a nuestra Constitución, que no ha sido suficiente para convocar la unidad política en torno a él. El desconocimiento del plebiscito está en el origen de la actual polarización.

De acuerdo con la Constitución, como lo recordó en la ceremonia conmemorativa el presidente Duque, el Acuerdo debe ser cumplido. Y en medio de diferencias comprensibles sobre su grado de implementación - un 30% de avance para un acuerdo desfinanciado en un país con déficit fiscal estructural y en pandemia- sus ejecuciones deben considerarse un éxito ampliado si recordamos que ha correspondido ejecutarlo en su tramo inicial a un gobierno de un sector que, en su momento, fue su más fuerte contradictor. Y aún lo es.

Los alcances del Acuerdo para solucionar los problemas que lo motivaron han sido limitados. El Acuerdo no ha conseguido la finalización del narcotráfico y su violencia y corrupción asociadas- como el asesinato de líderes sociales-, que no pueden seguir imputándose al acuerdo, pero tampoco al Estado o los gobiernos. No se ha logrado la unidad política ante una división generada no por el acuerdo sino por el incumplimiento de los resultados del plebiscito: una “jugadita” que, para la mitad de los colombianos, no puede seguir pasando desapercibida o recordarse como suceso anecdótico. La victoria de Duque en las pasadas elecciones lo confirmó.

Al presentar un balance, el padre De Roux Rengifo, presidente de la Comisión de la Verdad, un notable colombiano muy bien informado, se lamentó por la escasa importancia que la agenda electoral y los precandidatos conceden a la paz. Evidentemente se refería a lo que nos falta para conseguir un verdadero clima de armonía, mas no a su utilización como insumo político en las campañas electorales. Se equivoca: ha estado en el centro de las últimas 5 y es temprano para pensar que en la próxima no lo estará.

Ahora sabemos que la reconciliación, la superación de la fractura social y la búsqueda de mejores propósitos para nuestro país no dependen del Acuerdo ni de su invocación. Una cosa es el Acuerdo firmado con sectores de las Farc, que en medio de una guerra narcotizada optaron por una salida política, y otra la solución a la exclusión de millones de colombianos de las actividades económicas y políticas, y a la desigualdad. Ambas cosas pasan por unos mínimos acuerdos a los que renunció el gobierno Santos al negar los resultados del plebiscito o al no lograr incluir al Eln en la negociación, ni derrotarlo.

El Acuerdo con las Farc, que debe cumplirse garantizando derechos y deberes, y por supuesto la vida de sus firmantes, revela sus limitaciones permanentemente. Sigue faltando un Acuerdo nacional. La evocación del expresidente Santos, al celebrar que Duque se “subió -recientemente- al tren de la paz”- como aclaró, para obedecer un mandato constitucional, parece más bien una revancha o mofa y no ayuda a conseguir ese clima de necesaria unidad. En honor a la verdad, es difícil celebrar la paz en un país con tanta violencia. Es decir, sin paz. Tan difícil como subirse a un tren en un país sin trenes.

@herejesyluis

 

Mario(16018)30 de noviembre de 2021 - 12:18 a. m.
Excelente columna.
Atenas(06773)29 de noviembre de 2021 - 03:01 p. m.
¿Y cómo volver a confiar, a manera de Acuerdo nacional, en quienes tan artera/ desconocieron el resultado de un nitido plebiscito y hollaron las dignidad del Estado? ¿Vuelve gustosa/ el perro x segunda vez adonde lo caparon?
UJUD(9371)29 de noviembre de 2021 - 01:28 p. m.
Sesgado.
Pedro Juan Aristizábal Hoyos(86870)29 de noviembre de 2021 - 01:10 p. m.
El gobierno de J M Santos es tan avanzado para Colombia que hasta se empezaron a rescatar "los trenes"
Pedro Juan Aristizábal Hoyos(86870)29 de noviembre de 2021 - 01:08 p. m.
Pues le tocó subirse al tren de las negociaciones de paz querido columnista. El legado del gobierno de J M Santos que es el mejor en muchos campos, no se debe dejar a la deriva. Los colombianos deben superar la agenda perversa y mediocre que nos está dejando el A. Uribe. Uribe-Duque son "puras pérdidas" para el país
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