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El salvavidas del liberalismo

Luis Carvajal Basto

18 de junio de 2023 - 09:00 p. m.
"El nombramiento del actual ministro del Interior -un conocido disidente del liberalismo- ha sido, en la práctica, una manera de socavar la estructura, y de paso las posturas y autonomía de ese partido y del expresidente Gaviria. Puede interpretarse como un golpe no tan blando por parte de Petro contra un partido que, hasta ese momento, era parte de su coalición" - Luis Carvajal.
Foto: Mauricio Alvarado Lozada

La carta del expresidente César Gaviria, un llamado al respeto a las instituciones y un rechazo a cualquier tipo de “golpe” que altere nuestra vida institucional, más que una respuesta al presidente Gustavo Petro es un llamado a la convivencia y al respeto que intenta representar a los congresistas liberales, pero también a las bases liberales y a buena parte del país. Antes de ofrecer una respuesta apresurada en su cuenta de Twitter, como acostumbra, el presidente Petro podría observarla detenidamente.

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Sin que se pueda definir el escenario actual como el de un enfrentamiento entre el gobierno y otras fuentes institucionales de poder -un choque de trenes-, lo cierto es que el ambiente político se encuentra enrarecido como pocas veces en nuestra historia reciente. En Colombia, pese a la narrativa del presidente, aparte de narcotraficantes y violentos, nadie está de acuerdo, promueve o apoya la ruptura del orden institucional. El escaso avance de sus reformas se debe, ante todo, a su pobre estructuración y escasa argumentación. A su incapacidad para gestionar, convencer al Congreso y la opinión pública con razones diferentes a sus argumentos ideológicos; a sus intemperantes amenazas o al intercambio de favores.

Ello ha coincidido con los escándalos promovidos por personas de su círculo más íntimo, lo que no es responsabilidad más que de ellos mismos y ante los cuales deben responder dentro del orden legal existente. Nada más, pero nada menos, puede considerarse aceptable y ello no puede atribuirse a periodistas; medios o a los mismos jueces. Simultáneamente asistimos a un desbordamiento de las actividades violentas y a lo que parece una estrategia coordinada de invasiones a predios mientras el gobierno arremete en sus discursos, satanizando la vida empresarial y las actividades privadas. Los problemas de gobernabilidad del presidente no se reducen al Congreso o a los medios. No es necesario atribuirlos a los “demás”.

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El nombramiento del actual ministro del Interior -un conocido disidente del liberalismo- ha sido, en la práctica, una manera de socavar la estructura, y de paso las posturas y autonomía de ese partido y del expresidente Gaviria. Puede interpretarse como un golpe no tan blando por parte de Petro contra un partido que, hasta ese momento, era parte de su coalición. Una manera de lograr que a Gaviria lo “despidan” por el solo hecho de expresar opiniones divergentes. Golpes similares se están desarrollando en el Congreso en detrimento de la institucionalidad de otros partidos. Todos conocemos la capacidad de “persuasión” del ministro Velasco habiéndose exhibido, como en el caso del Fondo Nacional del Ahorro, muestras tangibles de reparto de mermelada. A pesar de ello Gaviria, en un acto de madurez, convivencia y responsabilidad, ha expresado en su carta que no tiene inconvenientes en dialogar con un converso Velasco, ahora más petrista que liberal.

Pese a opiniones apasionadas que impiden una mejor aproximación a la realidad, la política se refiere a la manera como se resuelven, dentro de un marco institucional establecido, las diferencias de intereses. Los políticos son una manifestación de ellos. Se trata de encontrar la ruta y los argumentos apropiados para buscar puntos de confluencia. En la carta de Gaviria se observa una mano extendida. Y se ofrece, pero también se solicita, respeto por el orden institucional.

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En la búsqueda de un acuerdo nacional para la convivencia, la carta puede interpretarse como un salvavidas para un presidente que puede necesitarlo para sacar adelante unas reformas, pero no para proteger una dignidad que solo se encuentra amenazada por sus propios amigos y desaciertos. Tampoco para proteger la posición del expresidente Gaviria de la voracidad de algunos congresistas de su partido y su dependencia de dosis, cada vez más altas, de mermelada. Se trata de una oportunidad; un llamado para hacer un alto en una confrontación de la cual el país solo puede salir damnificado. Esperemos que el presidente encuentre tiempo para analizarla y responderla con más razones que pasiones.

Posdata: Hablando de cartas, la del presidente Petro a los empresarios Gilinski, al cuestionar el ejercicio profesional de la periodista Vicky Dávila, debe interpretarse como extensiva a cualquier periodista y cualquier empresario relacionado con medios de comunicación. Nada hace pensar que actuará ante ellos de maneras diferentes.

@herejesyluis

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