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Estados divididos de América

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Luis Carvajal Basto
09 de noviembre de 2020 - 03:00 a. m.
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Ante su inminente derrota, el presidente Trump llevó una de sus disputas al máximo nivel al declarar por anticipado un fraude que cadenas de televisión y medios calificaron de inmediato como simples “mentiras”. La fractura de un país profundamente dividido por sentimientos negativos como odio y resentimiento, promovidos de manera deliberada, no se superó en las urnas y no es de esperar que se resuelva con los pleitos anunciados.

La batalla política convertida en conflicto judicial era un resultado que todos esperábamos basados en la información disponible. Ratificando los pronósticos expresados el pasado 25 de octubre desde esta columna (ver aquí), el Partido Demócrata ganó en el voto popular y Biden, las elecciones, pero tiene dificultades para acceder al gobierno. Los electores vergonzantes de Trump se confirmaron —un 5% aproximadamente— y el presidente objetó los resultados. Sin embargo, las características verdaderamente relevantes de la elección son la profunda división del electorado estadounidense y los efectos que tendrá en su sistema político y el mundo.

Los niveles de pugnacidad observados no cambiarán “automáticamente” luego de ratificada la elección del ganador. Más que una esperada desaparición de su rival y seguidores del mapa electoral, la polarización continuará y el populismo seguirá siendo una posibilidad real en el mundo político. Una división profunda al interior de las naciones, promovida desde estrategias de polarización, puede ser una de las características más significativas de nuestro tiempo. A partir del análisis y utilización de datos, la confrontación y los electores son fácilmente manipulables desde las redes sociales, no solo en Estados Unidos.

Volviendo al resultado electoral, sobre el que sabíamos sería cuestionado y prolongado en el tiempo, su veto condicionado al perder o ganar por anticipado constituye una negación de las reglas y el sistema. Siguiendo esa línea, los demócratas podrían solicitar que se recuenten los votos de la elección del 2000 en Florida y del 2016, o cuando menos que se cuestione ética y moralmente su legitimidad. En esa oportunidad, los demócratas privilegiaron la convivencia y el respeto a las instituciones sobre sus intereses partidistas. Se extraña en estos momentos una declaración del expresidente Bush e institucionalistas republicanos sobre la inconveniencia para la democracia de extender esa práctica. Una declaración de la campaña de Biden el viernes ilustra bien la situación al advertir: “Si Trump no cede, el gobierno de Estados Unidos es perfectamente capaz de escoltar a los intrusos fuera de la Casa Blanca”.

¿Existe un árbitro confiable en circunstancias así? La utilización de los organismos judiciales para interferir o decidir sobre decisiones políticas o administrativas es una costumbre muy antigua. Por cierto, en Colombia se utiliza reiteradamente al punto de convertirse en un verdadero dolor de cabeza en el desempeño de las actividades de gobierno. Prácticas como esa nos han valido el calificativo de “tercermundistas”. ¿Cómo se puede llamar lo que ocurre ahora en Estados Unidos?

El triunfo de Biden significa para el mundo el retorno de Estados Unidos al multilateralismo, el principio del fin del proteccionismo y las guerras comerciales, el respeto a los acuerdos ambientales, una aceleración en el uso de energías renovables y un escenario más propicio para la economía, la dinámica del comercio mundial y la estructuración de un plan global coordinado para enfrentar la pandemia.

¿Fracasaron las encuestas, como afirman despistados opinadores? En general acertaron, al anticipar como ganador a Biden, aunque recibieron otro llamado de atención por su aplicación, filtros y la consideración de fenómenos como el voto vergonzante de ciudadanos que no manifestaron su real intención. Por otra parte, se debe reconocer que la acción de la campaña Trump en los últimos días, determinante en grupos indecisos y minorías, fue superior a la de Biden al mostrar un candidato más activo, mediático, sintonizado y carismático. Tal actividad no alcanzó a ser reconocida por los encuestadores, explicando parte de las diferencias en sus mediciones respecto de la votación real.

La incertidumbre que esperábamos superar luego de la elección se mantendrá, adicionando dudas sobre una transición pacífica y armónica de gobierno y dejando muchas enseñanzas en este laboratorio de permanente aprendizaje. El principio según el cual las instituciones y el interés general deben privilegiarse sobre los intereses personales o partidistas debería gobernar las decisiones de los líderes. ¿Quién, sino el Estado, podrá protegernos de nosotros mismos, de nuestros intereses, odios y miedos exacerbados?

@herejesyluis

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Atenas(06773)09 de noviembre de 2020 - 02:26 p. m.
Pa el 20 de enero/21 D.Trump no será más q' el amargo recuerdo de una larga pesadilla de cuatro años. A esta hora, las marchas de apoyo en su favor ya decaen en fervor y paulatina/ irán despertando y tornando a la realidad. Su amplitud mental, capacidad de revisionismo y determinismo constituyen su mayor fortaleza. "Hasta el sol tiene grandes manchas y brilla constantemente".
Julio(2346)09 de noviembre de 2020 - 02:04 p. m.
El continente americano no está dividido en tres (Norte, centro y suramérica) sino en dos: Los Estados unidos de América... y América de los Estados Unidos.
Julio(2346)09 de noviembre de 2020 - 02:04 p. m.
Los Estados Unidos deberían llamarse Establos Unidos, por estar conformados por rebaños migratorios de todo el planeta.
Julio(2346)09 de noviembre de 2020 - 02:01 p. m.
No fue con la llegada sino con la salida de Trump del poder que "América will be great again".
Julio(2346)09 de noviembre de 2020 - 01:47 p. m.
La derrota de Trump demuestra que el mito uribista del "castrochavismo" no funcionó en los electores americanos, como tampoco funcionará en los colombianos en 2022. Al mitómano narcoparaco ya nadie le come cuento, excepto los uribestias compulsivos. El mito de "mamerto" no significa izquierdista sino imbécil, y en ése sentido los uribestias son más mamertos que los izquierdistas.
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