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La despedida de Maduro y las elecciones colombianas

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Luis Carvajal Basto
15 de diciembre de 2025 - 05:04 a. m.
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La agonía de la dictadura venezolana está impactando los referentes éticos, políticos y geopolíticos del proceso electoral en Colombia. Si el dictador finalmente cae -como todo lo indica-, el espejo venezolano se confirmará como una experiencia históricamente agotada, rechazada incluso por sectores que alguna vez la defendieron. Los candidatos que puntean en las encuestas deben dejar clara su postura.

La influencia de la situación de Venezuela en nuestro país es histórica, pero desde que se instaló la dictadura el actual gobierno de Colombia es el único que la ha defendido abiertamente y se ha solidarizado en la práctica con ella. Ello ocurrió antes de Trump II y mucho antes de que los Estados Unidos parquearan su flota armada en el Caribe. Su silencio frente a la represión sistemática; sus ambigüedades frente a un fraude electoral que el mundo reconoció y una extraña e impropia prudencia diplomática -en un gobierno habitualmente vociferante- que prolongó la vida de la dictadura cuando el pueblo inundó las calles para respaldar a María Corina y reclamar la elección de González, el presidente legítimo de Venezuela. Petro le ha tirado a Maduro un salvavidas tras otro. El penúltimo con las llamadas zonas binacionales. El más reciente, el ofrecimiento de asilo a un dictador que el pueblo colombiano también aborrece.

Mientras Venezuela intenta dejar atrás décadas de autoritarismo y desastre económico, Colombia debate sobre si profundiza un proyecto político asociado a los mismos orígenes, doctrina y consecuencias: concentración del poder, ataques al sistema de pesos y contrapesos, pleitos permanentes con el sector productivo y la permanente explotación en beneficio del régimen de las diferencias sociales.

Para el candidato Cepeda, el desempeño del actual gobierno, su patrocinador, pese a su natural solidaridad no puede dejar de ser un pesado lastre. A su favor cuenta con una base heredada de Petro y tan consolidada que choca frecuentemente con decisivos sectores urbanos de centro moderado. Su postura y la trayectoria en la extrema izquierda del candidato dejan la impresión, par y paso, con la virulencia del gobierno, que se han venido buscando intencionalmente su “Abelardo”. Una manera de perpetuar la polarización.

El candidato De la Espriella, quien genera las mismas dudas en sectores urbanos de centro que Cepeda, es el candidato que mejor puede capitalizar la salida de Maduro. Ha asumido una postura que le permite presentarse en la coyuntura como muro de contención contra cualquier modelo que se parezca al desastre venezolano. Otro Trump tropicalizado que, sin embargo, despierta temores en sectores de centro e izquierda moderada.

Por su parte el profesor Fajardo, quien se ha mantenido en su discurso institucionalista enfocado en valores y centrado en objetivos como educación, innovación y empleo, hace notar su contraste con Cepeda y De la Espriella, pero puede resultar invisible si no define un relato claro y firme en relación a lo que ha ocurrido y ocurre en Venezuela. Si no endurece su discurso en defensa explícita y activa de la democracia venezolana haciendo notar que, en las actuales circunstancias, puede ser la opción viable para unir al país sin repetir errores ideológicos o politiqueros.

@herejesyluis

Posdata: esta columna reaparecerá el 9 de febrero de 2026 ¡¡¡Felices fiestas!!!

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