Publicidad

La paz como proyecto imposible

Sigue a El Espectador en Discover: los temas que te gustan, directo y al instante.
Luis Carvajal Basto
29 de julio de 2024 - 05:00 a. m.
Resume e infórmame rápido

Escucha este artículo

Audio generado con IA de Google

0:00

/

0:00

Cualquier negociación de diferencias políticas cabe en nuestra Constitución y en las de la mayoría de los países democráticos. No ocurre lo mismo con el tráfico de drogas, mientras se encuentre penalizado por la comunidad internacional y nuestras normas e instituciones. Cada vez que no se puede hacer alguna concesión a los actores armados -y no se puede porque el carácter ilegal del comercio de drogas es un problema mundial al que no es posible ofrecer soluciones unilaterales- la solución no consiste en cambiar nuestras reglas acomodándolas a sus particulares intereses.

El episodio en que una caravana de vehículos prácticamente oficiales fue detenida encontrándose en ella ciudadanos en trance de negociar con el Estado que simultáneamente causan graves afectaciones a la población y violaciones de los derechos humanos, protegidos por el gobierno, nos pone a reflexionar acerca de la caducidad de la paz como programa político.

¿Debe ser el cumplimiento de los acuerdos con las extintas FARC, o una “paz total” con quienes se reclaman sobrevinientes, el más importante objetivo de los colombianos definiendo lo que pensamos y hacemos hasta siempre? ¿Por cuantas décadas más delimitará nuestras acciones, preocupaciones e intento de solucionarlas? Los números pueden dar una pista: mientras -mediciones de Invamer- en el gobierno Uribe el orden público llegó a ser para el 57 % de colombianos su más importante preocupación, esa cifra se redujo al 21 % luego del acuerdo y así se mantuvo en el gobierno Duque para situarse en el 26 % en el de Petro. Por más que se intensifiquen las “contradicciones”, o la violencia, ya no cumple su función como gancho político, como se pretende institucionalizar.

¿Estaban negociando la paz los ocupantes de las camionetas? ¿Se trata de actores políticos o delincuentes? Son consecuencias de segmentar, como intenta la política pública sobre el problema de drogas en Colombia, que, en la práctica, permite la producción inter fronteriza, pero penaliza su comercio internacional (interdicción), y, por otra parte, establece diferencias de trato entre su carácter político y las sanciones penales, en el origen de las actividades ilegales. Se trata de un debate en que nos encontramos hace décadas y que ha puesto y quitado presidentes, es decir, ha definido la orientación y acciones del Estado mientras innumerables problemas merecerían nuestra atención.

A riesgo de cometer una nueva herejía, podemos decir que lo errático en la improvisación y ejecución de las políticas, cuando menos, nos confronta. El resultado de las elecciones regionales no fue una casualidad como tampoco lo son las diferencias entre gobernadores y alcaldes, ubicados en “los territorios”, donde deben atender los problemas reales de la gente, y no en el escenario de las narrativas en que habitan vendedores de especies que sobreviven como dirigentes “políticos” gracias a sus desvaríos sobre el tema mientras otros problemas de Colombia, como la corrupción, campean.

Sin resultados a la vista e ingresando en la recta final del actual gobierno, a la “paz total” se le acaba el tiempo para conseguirlos. Es difícil comprender que quienes boletean, secuestran, extorsionan, asesinan dirigentes sociales, a firmantes del acuerdo de paz y a quienes no paguen vacunas, se encuentren protegidos “ad infinitum” por el mismo gobierno, como lo expresaron gobernadores y alcaldes la semana anterior.

Una cosa es la paz, como objetivo social y precepto constitucional de forzoso cumplimiento, y otra su sacrificio al convertirla en sempiterno pretexto para conseguir objetivos políticos. La sociedad debe asumir, por una vez, un costo -una actitud similar a la que asumimos frente a las enfermedades intratables- para no permitir que el comercio ilegal de drogas y la mala política multipliquen la erosión de las formas de organización social y las instituciones. Tenemos derecho a una mejor vida, mejor salud, mejor administración pública. La paz, el más noble objetivo, no puede convertirse en eterno justificador y distractor maquillando, cada vez que se asoman elecciones, nuestros problemas y nuestra realidad.

@herejesyluis

Conoce más

Temas recomendados:

 

Hernando(58851)30 de julio de 2024 - 12:09 a. m.
En un artículo del viernes último, titulado "Política de drogas de norte a sur; lecciones y retos de la reforma", se afirmaba que en USA "estados como Oregón y Maine, que descriminalizaron el consumo de cualquier sustancia, incluida la heroína y la cocaína..." y qué significa esto?, pues que autorizan el comercio y por qué un país no puede industrializar el uso de la coca, para aprovechar todas sus bondades.
Ángel(62526)29 de julio de 2024 - 04:46 p. m.
Jum… ese temita YA SABE A CACHO… ing en Dubai
Este portal es propiedad de Comunican S.A. y utiliza cookies. Si continúas navegando, consideramos que aceptas su uso, de acuerdo con esta  política.