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El Nobel otorgado a los profesores Acemoğlu, Johnson y Robinson es un espaldarazo a la interdisciplinaridad. Al aporte de la administración y las ciencias políticas a la economía, una tendencia ya observada al reconocer las contribuciones de la psicología en 2017, y a la innovación tecnológica y el impacto del cambio climático en 2018. En este caso a la necesidad de unas instituciones sólidas -objeto de estudio de las ciencias de gobierno-para comprender los fenómenos económicos y mejorar las condiciones de vida de la gente. Considerando ese supuesto, ¿en qué situación se encuentra Colombia?
Las instituciones pueden definirse como el marco bajo el cual se organiza la vida política y el funcionamiento de las sociedades. El hallazgo más relevante de los nuevos Nobel se refiere a la necesidad de buenos gobiernos e instituciones sólidas como condición para un mejor desempeño de la economía. Instituciones inclusivas –Estado de derecho y garantías jurídicas e institucionales- inician un círculo virtuoso que anticipa crecimiento y bienestar social, lo que, a su vez, mejora la calidad de las instituciones.
Pero el axioma tiene limitaciones. La separación entre instituciones inclusivas y extractivas del que parten, desde trabajos ya antiguos los autores, depende de la capacidad de los europeos para establecerse -inclusivas - o no hacerlo – extractivas-, es verdaderamente limitado pese a las conclusiones en diferentes casos de estudio. Intenta explicar, por ejemplo, los diferentes niveles de progreso que lograron los europeos al asentarse en Norteamérica comparado con lo ocurrido en centro y Suramérica donde -en teoría- no lo hicieron. Pendientes por analizar nos quedarían casos como el de Brasil, que ha logrado niveles de crecimiento y desarrollo importantes sin “establecimiento”, o de Argentina, significativa economía a comienzos del siglo XX. Más complicado explicar el fenómeno de China, una nación que ha logrado niveles de crecimiento y bienestar impensados hace medio siglo, sin instituciones democráticas ni Estado de derecho, pero con un régimen autoritario propio del capitalismo de estado.
Reconociendo la importancia del buen gobierno en la prosperidad de las naciones el Banco Mundial ha diseñado unos Indicadores Mundiales de Gobernanza – WGI- que hacen posible evaluarlo, compararlo y dimensionarlo. Una mirada al desempeño de Colombia en el periodo 1996 - 2022 nos acerca a su realidad mejor que nuestros propios diagnósticos, ideologías, visiones particulares e intereses. Las variables utilizadas son: Voz y rendición de cuentas; estabilidad política y ausencia de violencia y terrorismo; eficacia del gobierno; calidad regulatoria; estado de derecho y control de la corrupción.
En un ranking porcentual de 0 a 100, en el que 100 es el rango más alto, medido entre todos los países, el desempeño de Colombia ha sido:
Voz y rendición de cuentas: desde 35 % en 1996 a 54,59 % en 2022.
Estabilidad política y ausencia de violencia y terrorismo: desde 6,91 % en 1996 a 53,77 % en 2022.
Eficacia del gobierno: desde 36,77 % en 1996 a 54,59 % en 2022.
Calidad regulatoria: desde 51,09 % hasta 56,6 % en 2022.
Estado de derecho: desde 25,63 % en 1996 a 38,68 % en 2022.
Control de la corrupción: desde 36,6 % a 41,4 % en 2022.
Está claro que tenemos camino por recorrer y, como afirmó el mismo Robinson con conocimiento de causa, en Colombia padecemos algún grado de discapacidad institucional. Sin embargo, es posible concluir que, en todas las variables analizadas, hemos avanzado y -contrario a lo que piensan algunos- el país no se encuentra por inventar o redescubrir. Las instituciones, siguiendo a los recién laureados Nobel, son un importante patrimonio de todos, alcanzado luego de siglos de avances y retrocesos. A cambio de destruirlas, para conseguir pírricos triunfos políticos, las debemos cuidar, potenciar y proteger. Mejor que buenos discursos convienen a las sociedades instituciones sólidas y buenos gobiernos.
