La caída en imagen del presidente Santos pero también la del expresidente Uribe, la descolgada en favorabilidad de Germán Vargas y una lista corta de siete candidatos con posibilidades reales son las noticias de esta encuesta.
El estudio de Gallup publicado la semana pasada no trascendió. Pareciera no tener novedades, pero las tiene, aunque sea un estudio limitado a las principales capitales.
La economía, como problema, tiene el negativo más bajo, 18 %, desde 2004, a pesar de la caída en los precios del petróleo y la disfuncional respuesta de la Junta del Banco de la República, a la que se le fue la mano en la subida de tasas de interés al punto de estrangular la economía, hecho lamentable que ahora trata de corregir, reduciéndola; una tendencia que reafirmó el viernes pasado.
Mientras tanto, la percepción de corrupción alcanzó sus niveles más altos, 30 % y 28 %, desde 2004. Por el contrario, la preocupación por la seguridad, 16%, es la más baja desde que se mide.
Pese a ello, al responder puntualmente sobre sus problemas, la gente considera que en su gran mayoría están empeorando. Gobierna el pesimismo. En Barranquilla, Bogotá, y con la notable excepción de Bucaramanga, esa tendencia se ratifica. Sin embargo, al responder si “está satisfecho con su estándar de vida, es decir, con todas las cosas que puede comprar y hacer” la opinión está dividida 50 % – 49 %.
La desaprobación del presidente, 71 %, se acerca a los tiempos del expresidente Pastrana, 74 %, la más alta desde que se mide. Pero la polarización del país no le ha costado solo a Santos: el expresidente Uribe, su principal contradictor, quien al asumir Santos contaba con un 80 % de favorabilidad, cayó en junio hasta un 46 %. Siendo el campeón en imagen, se ha dicho “inoxidable”, ha caído un 42 %.
A nivel de mandatarios locales, sobresale la caída del alcalde de Cali llegando a niveles de desaprobación del 63 %, perdiendo 20 puntos en menos de dos meses.
En cuanto al reguero de precandidatos presidenciales son notorios dos hechos: 1) El escaso conocimiento y favorabilidad de varios, con excepción de Fajardo, De la Calle, Clara López, Petro, Galán y Germán Vargas, y 2) La descolgada de este último, desde 61 % al finalizar el 2016 hasta 36 % el mes pasado: su imagen favorable perdió un 41 % en, apenas, seis meses. La concentración de favorabilidad en los nombrados, a escasos 11 meses de elecciones, hace pensar que, salvo algún gallo no tan tapado, como Luis A. Ramos o quien haga sus veces en el uribismo, difícilmente el nuevo presidente resultará por fuera de esta lista de siete.
La opinión desfavorable de los partidos, 87 %, y el sistema judicial, 80 %, confirma la pérdida de credibilidad en los malos políticos y la mala justicia, una tendencia estructural que no se revierte con el paso del tiempo, aunque se cambien jueces y congresistas.
Aun con el desgaste que ya trae el proceso de paz, a pesar de que el 55 %, y no el 65,2 % como dijo ayer Semana equivocadamente, crea que la implementación “va por mal camino”, una mayoría, el 66 %, considera que diálogos y acuerdos son la mejor manera de terminar con la guerrilla, lo que hace pensar que no las tienen todas consigo quienes convierten su crítica en exclusiva bandera electoral.
Pero sin duda, la gran hipótesis ratificada en esta encuesta es que nadie ganará en primera vuelta. Ni “el de Uribe”, aun repitiendo los votos del plebiscito y aunque los demás permanezcan divididos hasta la segunda.
La caída en imagen del presidente Santos pero también la del expresidente Uribe, la descolgada en favorabilidad de Germán Vargas y una lista corta de siete candidatos con posibilidades reales son las noticias de esta encuesta.
El estudio de Gallup publicado la semana pasada no trascendió. Pareciera no tener novedades, pero las tiene, aunque sea un estudio limitado a las principales capitales.
La economía, como problema, tiene el negativo más bajo, 18 %, desde 2004, a pesar de la caída en los precios del petróleo y la disfuncional respuesta de la Junta del Banco de la República, a la que se le fue la mano en la subida de tasas de interés al punto de estrangular la economía, hecho lamentable que ahora trata de corregir, reduciéndola; una tendencia que reafirmó el viernes pasado.
Mientras tanto, la percepción de corrupción alcanzó sus niveles más altos, 30 % y 28 %, desde 2004. Por el contrario, la preocupación por la seguridad, 16%, es la más baja desde que se mide.
Pese a ello, al responder puntualmente sobre sus problemas, la gente considera que en su gran mayoría están empeorando. Gobierna el pesimismo. En Barranquilla, Bogotá, y con la notable excepción de Bucaramanga, esa tendencia se ratifica. Sin embargo, al responder si “está satisfecho con su estándar de vida, es decir, con todas las cosas que puede comprar y hacer” la opinión está dividida 50 % – 49 %.
La desaprobación del presidente, 71 %, se acerca a los tiempos del expresidente Pastrana, 74 %, la más alta desde que se mide. Pero la polarización del país no le ha costado solo a Santos: el expresidente Uribe, su principal contradictor, quien al asumir Santos contaba con un 80 % de favorabilidad, cayó en junio hasta un 46 %. Siendo el campeón en imagen, se ha dicho “inoxidable”, ha caído un 42 %.
A nivel de mandatarios locales, sobresale la caída del alcalde de Cali llegando a niveles de desaprobación del 63 %, perdiendo 20 puntos en menos de dos meses.
En cuanto al reguero de precandidatos presidenciales son notorios dos hechos: 1) El escaso conocimiento y favorabilidad de varios, con excepción de Fajardo, De la Calle, Clara López, Petro, Galán y Germán Vargas, y 2) La descolgada de este último, desde 61 % al finalizar el 2016 hasta 36 % el mes pasado: su imagen favorable perdió un 41 % en, apenas, seis meses. La concentración de favorabilidad en los nombrados, a escasos 11 meses de elecciones, hace pensar que, salvo algún gallo no tan tapado, como Luis A. Ramos o quien haga sus veces en el uribismo, difícilmente el nuevo presidente resultará por fuera de esta lista de siete.
La opinión desfavorable de los partidos, 87 %, y el sistema judicial, 80 %, confirma la pérdida de credibilidad en los malos políticos y la mala justicia, una tendencia estructural que no se revierte con el paso del tiempo, aunque se cambien jueces y congresistas.
Aun con el desgaste que ya trae el proceso de paz, a pesar de que el 55 %, y no el 65,2 % como dijo ayer Semana equivocadamente, crea que la implementación “va por mal camino”, una mayoría, el 66 %, considera que diálogos y acuerdos son la mejor manera de terminar con la guerrilla, lo que hace pensar que no las tienen todas consigo quienes convierten su crítica en exclusiva bandera electoral.
Pero sin duda, la gran hipótesis ratificada en esta encuesta es que nadie ganará en primera vuelta. Ni “el de Uribe”, aun repitiendo los votos del plebiscito y aunque los demás permanezcan divididos hasta la segunda.