Esa es la conclusión que resulta al observar la última encuesta de Invamer. El mismo estudio describe las causas que pueden explicar su ascenso en las preferencias de los colombianos, pero ¿Se mantendrá el actual clima político hasta las elecciones?
Al igual que Sergio Fajardo hace cuatro años, Petro gana hoy a todos sus competidores, como ocurría en la encuesta de noviembre. A diferencia de noviembre, sin embargo, ahora también ganaría en segunda vuelta. Arrasa en Bogotá, en la costa Caribe y en la región suroccidental y apenas pierde en el centro-oriente y la Zona Cafetera. Lo mismo ocurre a nivel de afinidades políticas: 80,6%, entre los votantes de izquierda, tiene casi la mitad, 49%, de los de centro, un inédito 36,9% de quienes se piensan de derechas y un 41% entre quienes se consideran sin partido. Pero se trata de cálculos compitiendo con Sergio Fajardo, en el momento su más fuerte competidor, y considerando la actual baraja de candidatos.
Existen, sin embargo, otras señales que deberían preocupar a sus rivales. Dentro de ellas la reducción de su negativo en cuatro puntos desde noviembre mientras Fajardo lo aumentó cinco, algo similar a lo ocurrido con los demás candidatos sondeados. ¿Será una tendencia? Una mirada superficial indicaría que, en el periodo, los hechos políticos, la pandemia y el clima de opinión le han favorecido. Más allá, la polarización encuentra en él un polo bien definido mientras sus competidores se encuentran fragmentados de múltiples maneras.
Tal afirmación está confirmada por la misma encuesta, en la que el centro, reclamado por varios precandidatos, cuenta con un 25,2% de simpatías, mientras los votantes que se califican como de derecha representan un 32,8%, siendo los de izquierda un 18,9%. No existen suficientes votos de centro para tantos candidatos mientras Petro recoge simpatizantes en todos los sectores. Por otra parte, solo dos partidos, el Liberal con un 12,8% y el Centro Democrático con un 12,1%, superan el umbral del 10%, lo que ratifica la fragmentación de la política colombiana que, a nivel de precandidatos, se identifica hoy mayoritariamente con Petro, convertido, como se dijo, en uno de los polos que atrae partes de los fragmentos.
Sigue a El Espectador en WhatsApp¿Qué circunstancias han propiciado el actual estado en la opinión? En primer lugar, la polarización inducida desde ambos polos, uno de los cuales aún no tiene candidato, pero no se pueden desconocer, pese a los esfuerzos del Estado, los efectos de la pandemia, identificados por un 81% como negativos en la economía y por un 59,7% en el empleo, mientras, paradójicamente, en salud “solo” un 42%. La comodidad de ejercer la oposición en un periodo tan difícil favorece a Petro. El polo de Duque y Uribe ganó la “rifa del tigre” y se ha desgastado con la pandemia
Las ayudas desde el gobierno, sin embargo, son reconocidas en la encuesta otorgando la aprobación más alta al presidente Duque en los estratos 1 y 2, 36,6%, mientras en el 3 es de 24% y en los estratos 4, 5 y 6 del 30,8%. A Duque, un presidente encasillado por muchos como de “derechas”, le va mejor en los estratos bajos.
Mientras los indicadores de la economía y las perspectivas de crecimiento del país son optimistas, no ocurre lo mismo con el clima de opinión y ello se expresa en las actuales preferencias políticas. Pareciera que una expectativa de mejora en las exportaciones de petróleo, estabilidad cambiaría, fiscal y la inflación bajo control —el discurso del gobierno— no son reconocidas como “soluciones” por la gente y tampoco son propuestas electorales, generando un divorcio entre lo que, para el gobierno, es importante y conviene al país contrastado con la propia percepción de sus condiciones de vida y sus opciones políticas.
La propuesta de reforma tributaria también le ayuda al candidato Petro como lo hace la ausencia de respuestas para el 50% de trabajadores en la informalidad. El polo que el hoy presidente representó en 2018 no encuentra un candidato definido, quedando la duda de si uno de centro, como Fajardo, podrá hacer sus veces en segunda vuelta. Los partidos con mayores simpatías no tendrán un candidato de consenso y si lo lograran no es tan claro el proceso de “endoso” de votos, pero ¿aparecerá?