Escucha este artículo
Audio generado con IA de Google
0:00
/
0:00
El presidente saliente agita la capa de una asamblea constituyente para desviar la mirada de la opinión, mientras tras bambalinas se oculta la ruina de su propio gobierno. Con la solemnidad de quien invoca al pueblo como oráculo, Petro lanza la idea de una nueva Constitución justo cuando los escándalos de corrupción —desde la Ungrd hasta los círculos más íntimos del poder— le han carcomido la credibilidad de sectores que le apoyaron. Su deficiente gestión se tambalea entre improvisaciones y promesas incumplidas. El truco, viejo como la política, consiste en hacer que el país discuta sobre el futuro institucional o el pasado con la intención de que problemas del presente, como la salud, el fracaso de la paz total y la corrupción no sean observados.
El poder de la narrativa presidencial es impresionante. El presidente —asesorado en este campo por expertos de talla mundial— lo utiliza muy bien. Ha tenido al país hablando de una consulta y ahora retoma la idea de la constituyente. Sigue haciendo la agenda pública, lo que le permite influir decisivamente en la mente de sus incautos seguidores.
Sometido al escrutinio de los hechos, a una comprobación empírica u objetiva, el truco no funciona. Las calificadoras de riesgo, al verificar la capacidad de pago de la deuda nos han mermado la calificación lo que implica mayor pago de intereses y menor inversión, también social, como se advirtió desde esta columna. Discursos e historias resultan insuficientes. La revista The Economist, una reputada publicación con reconocimiento mundial, calificó al gobierno Petro como fracasado y desesperado.
La idea de una constituyente —como lo fue la de la consulta y como también lo anticipamos— se convierte en su caballo de batalla. Los gobiernos autoritarios siempre son predecibles, aunque a muchos jóvenes y ciudadanos poco informados les puedan parecer novedosos. La Ciencia Política los ha modelado de manera sencilla en cinco pasos lo que nos permite anticipar los movimientos de la otra mano de los magos:
1. Concentración de poder: Se comienzan a debilitar los contrapesos institucionales, como el poder judicial o el legislativo, mediante reformas legales o decretos de emergencia. 2. Control de los medios y la narrativa: Se limita la libertad de prensa, se persigue a periodistas críticos y se promueve propaganda oficial. 3. Deslegitimación de la oposición: Se acosa, criminaliza o inhabilita a periodistas, partidos y líderes opositores, reduciendo la competencia política. 4. Manipulación electoral: Se alteran las reglas del juego democrático, como la reelección indefinida, el control del organismo electoral o el fraude. 5. Represión y miedo: Se asesinan y encarcelan opositores. Todo a su debido tiempo.
Así lo hizo Chávez:
1. 1998: es elegido democráticamente presidente. 2. 1999: Convoca una Asamblea Constituyente que redacta una nueva Constitución, ampliando los poderes del Ejecutivo y permitiendo la reelección. 3. 2007-2009: Intenta reformar la Constitución para permitir la reelección indefinida. Aunque inicialmente es rechazada, en 2009 logra aprobarla en referéndum. 4. 2010 en adelante: Se intensifica la persecución a medios independientes y líderes opositores. El poder judicial y el Consejo Nacional Electoral quedan bajo control oficial.
Llevan en el gobierno 26 años. Luego de sucesivos trucos y espejismos no han cumplido sus promesas. Solo les ha alcanzado el tiempo para exiliar a ocho millones de venezolanos. Colombia no es Venezuela, pero se parece mucho. Petro y Chávez comparten ideología a conveniencia.
En Colombia el presidente ahora propone una constituyente, pero las mayorías, cada vez más escépticas, ya no aplauden con entusiasmo: Saben —por lo observado— que bajo el sombrero no hay conejo, sino humo.
