Los fabricantes de calzado de Cúcuta, Bucaramanga y el barrio Restrepo en Bogotá que aún subsisten, tanto como los confeccionistas paisas y de toda Colombia, deben estar más preocupados de lo acostumbrado por el viaje presidencial a China. Con una guerra comercial en desarrollo y la advertencia explícita de Estados Unidos el viaje es, cuando menos, inoportuno e imprudente. La posición de Colombia en la CELAC puede explicar las formalidades, pero no es responsable con Colombia firmar ningún tipo de acuerdo.
La relación con la dictadura China es más desigual que con cualquiera de nuestros socios comerciales. Si bien Desde 2014 la balanza comercial de Colombia es deficitaria, en general, el déficit comercial con China es el más alto de nuestro país, con -12.391 millones de dólares en 2024, mientras que con Estados Unidos fue de –1.191.4, y con la Unión Europea de -2.970 millones.
El déficit comercial con China no registra los ingresos del contrabando, pero es conocido que ese país es su principal origen desde áreas como tecnología hasta calzado o vestuario que ingresan sin pagar impuestos convirtiéndose en fuente de corrupción. Estudios de la DIAN que se quedan cortos han estimado que el contrabando representa el 10 % de las importaciones legales siendo el proveniente de China casi un tercio (28 %). Si sumamos ese contrabando a las importaciones legales, 15.936 millones de dólares, tendremos que, por debajo de la mesa, China se ha convertido en nuestra principal fuente de importaciones, desplazando la mano de obra y el trabajo nacional. Nuestras exportaciones, básicamente materias primas, tienen escaso valor agregado. ¿Qué obtenemos a cambio?
La Ruta de la Seda es una estrategia China para desarrollar proyectos de infraestructura que acoplen los diferentes mercados a la gran producción de ese país, para lo que cuenta con ingentes recursos. Frente a ella un país como Colombia se encuentra “inerme”, sin siquiera unas políticas de comercio exterior y desarrollo estables. ¿Cuál será la estrategia gubernamental para atender las inmensas desigualdades comerciales con China? ¿Será que el presidente Petro las va a denunciar y solucionar “de tú a tú” y esa es la principal razón de su visita? ¿Llevara, para esos efectos, la copia de la espada de Bolívar? ¿Amenazará a los chinos con imponerles aranceles para intimidarlos como hace con quien piense diferente a él aquí en Colombia?
Resulta difícil creer que su viaje se trate de un grito de independencia o de rechazo ante una supuesta postura ideológica del gobierno Trump hacia su gobierno. Para hacerle un “desaire”, como piensan algunos analistas despistados o apasionados. El viaje se encuentra justificado si logra uno de tres objetivos: 1) disminuir los aranceles que ese país cobra a nuestras exportaciones; 2) establecer y aumentar los gravámenes a las exportaciones de China hacia Colombia para 3) disminuir el enorme déficit de nuestra balanza comercial con ese país.
Aunque puede existir un objetivo discreto: el puente interoceánico que conecte al Pacífico con el Atlántico reemplazando al canal de Panamá que Petro ofreció en su campaña, cuyas obras no han comenzado y que beneficiaría más a los chinos que a Colombia siendo un capítulo esencial de la ruta de la seda. Esa y otras narrativas pueden resultar del viaje presidencial que tiene un objetivo claro: los seguidores del presidente y la campaña presidencial que el mismo anticipó. Vendrán más puentes.