Mientras sectores del Gobierno y la oposición dedican lo mejor de sus recursos a incrementar las diferencias creadas por la eventualidad de una nueva reelección, los precios de los productos básicos, la gasolina y el dólar, presentan variaciones que requerirían más atención de la que le dan las partes en “conflicto”.
El dólar superó los 2000 pesos y la pregunta que nos hacemos es si se mantendrá esa tendencia. La demanda interna de dólares parece constante pero hoy el mundo los requiere más ante el evidente receso de Europa que no crecerá a más del 1.3% y cifras que muestran que la economía norteamericana, contrario a lo que se esperaba, estará cerca al 2%.
La inflación comparada, otro de los factores decisivos en la tasa de cambio, ha permitido esta tendencia al alza que empieza a dejar sin sustento los mecanismos que el gobierno ha utilizado para favorecer sectores exportadores. El alza del dólar afectará los precios y los bolsillos de los consumidores.
Un dólar costoso va a ser un factor adicional de inflación interna. La gente empezará a pagar más por vehículos, electrodomésticos, materias primas y todo tipo de bienes importados. Salarios e ingresos comprarán menos. Si el Banco de la república llega a bajar las tasas de interés, el dólar subirá aún más de precio.
En esto mucho tienen que ver las percepciones de los ciudadanos y las expectativas. La encuesta de Gallup la semana anterior muestra que mientras las preocupaciones de los colombianos por el orden público disminuyeron, por la economía, los precios y el empleo, aumentaron.
Un precio de referencia importante es el de la gasolina. La gente no entiende que a Ecopetrol le vaya tan bien y que la gasolina esté tan cara. Hoy, con el petróleo a 115 dólares el barril, el precio más bajo de los últimos cinco meses, sigue subiendo internamente. Mientras que en una estación cualquiera en Estados Unidos se pagan 3.57 dólares por un galón de regular, aquí pagamos 3.80. Y los niveles de ingresos no se pueden comparar.
Se puede decir, como se hace con frecuencia, que el subsidio a los combustibles incrementa el déficit fiscal, pero también se sabe que algo de los precios altos que ha tenido el petróleo, por el que vendemos, y un peso revaluado, han favorecido las finanzas del Estado que ha pagado menos por su deuda externa. El asunto es que esto no se tradujo en menores precios para los consumidores.
Por otra parte, es evidente que el aumento en la demanda mundial ha disparado el precio de los alimentos a lo que “ayuda” la destinación de áreas importantes de cultivo para la producción de biocombustibles. Pero eso no justifica que no se hubiesen tomado medidas de choque como importar alimentos a tiempo, no en los discursos, sino de verdad. La consecuencia es que las señoras están aterradas con los precios de las hortalizas, para citar un caso.
El asunto es que sectores del gobierno y de la oposición han estado ocupados tratando de deslegitimarse mutuamente, en lugar de proponer soluciones que mejoren la vida de la gente. Eso es política, pero de la mala. Ahora que se reconoce la importancia de percepciones y expectativas, se extraña que se hubiesen dejado “descontrolar” precios tan importantes como los de la gasolina, el dólar y el mercado, como si tal.
Uno preferiría ver a los actores políticos, como Piedad Córdoba, proponiendo alternativas para generar empresas y nuevos empleos que diciendo barbaridades, como hizo la semana que pasó, a Uribito más metido en los precios de los tomates y el arroz, que en su nominación como precandidato y a la corte Suprema impartiendo Justicia eficiente con serenidad y dándonos tranquilidad, que atizando la hoguera y creando zozobra. Tendríamos un País mejor.