Pese a que Estados Unidos está atravesando por un incremento en su producción de hidrocarburos, tendrá que seguir importándolos para poder satisfacer su alta demanda.
Estados Unidos está viviendo un renacimiento de la producción de petróleo y gas natural, como resultado del desarrollo de hidrocarburos contenidos en esquistos (conocidos en el argot petrolero como lutitas y en inglés como “shales”), a diferencia de la explotación de aquellos hidrocarburos convencionales contenidos en areniscas y calizas, que se han venido produciendo durante más de un siglo.
Los cuantiosos descubrimientos en Texas, Arkansas, Oklahoma, Virginia, West Virginia y las Dakotas han cambiado sustantivamente la situación y los pronósticos, y así vemos como la producción petrolera está aumentando, después de 26 años de sostenida declinación, y hoy se anticipa que dentro de pocos años ese país comenzará a exportar gas natural desde la costa del Golfo de México.
Un estudio realizado por el National Petroleum Council, solicitado por el secretario de Energía, Steven Chu, concluye que para 2035 ese país podría estar produciendo 20 millones de barriles por día (bpd). Todo esto indica que dentro de algunos años podríamos estar presenciando cambios muy importantes en los corredores internacionales de suministro de hidrocarburos.
Pese al renacimiento de la producción en EE. UU. y afortunadamente para los exportadores del hemisferio, ese país tendrá que seguir aumentando sus importaciones petroleras, al menos durante los próximos 10 años, dado el sostenido incremento de la demanda interna. Actualmente una cuarta parte del petróleo importado (unos 10 millones de bpd) procede de Canadá. Entretanto, México, Arabia Saudita, Venezuela y Nigeria tratarán de mantener sus envíos, los cuales suman unos 4 millones de barriles diarios. Aunque todos los demás suplidores son significativamente menores, al menos por un tiempo se continuarán abriendo oportunidades para países como Colombia en lo inmediato y Brasil en el mediano plazo, en este caso, dados sus nuevos descubrimientos costa afuera.
En efecto, la Agencia Internacional de Energía (IEA) y el Departamento de Energía de USA (DOE) anticipan que ese país aumentará su dependencia de Canadá, Brasil y Colombia. Las importaciones de Venezuela se mantendrán en los actuales niveles, con tendencia a disminuir como resultado de las complicadas relaciones entre los dos países, aunque podría darse un cambio derivado de un par de nuevos proyectos en la Faja del Orinoco, actualmente en discusión con empresas internacionales.
En conclusión, las cinco principales fuentes de importación no habrán de cambiar mucho durante la próxima década. No se trata de que EE. UU. no pueda reemplazar con otras fuentes, por ejemplo 1 millón de barriles diarios de Venezuela. Habría un breve período de ajustes mientras Venezuela busca nuevos compradores y EE. UU. busca nuevos vendedores, pero los mercados encontrarían canales alternos de suministro.
El juego geopolítico afectaría más a Venezuela, pero al fin y al cabo es así como funciona la política.