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Coaliciones no son siempre colisiones

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Luis Eduardo Garzón
12 de febrero de 2009 - 02:57 a. m.
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MARÍA ISABEL RUEDA Y EL EX PRESIdente Samper hicieron las paces. Después de 8.000 forcejeos —léase bien, 8.000— lograron parir una entrevista juntos.

El ex mandatario no dudó en afirmar que controla el Polo, la eventual disidencia contra el presidente del liberalismo y una franja del uribismo, que supongo está encarnada en Cambio Radical. Lo que creo es que él está pensando más con el deseo que con la realidad y conociéndole su afán protagónico es posible que haberse tomado un tinto con algún senador lo hubiese vuelto una convención política. Deseo o no, lo cierto es que nuestro locuaz y divertido ex jefe liberal persistirá en esa coalición.

La otra coalición, la del Gobierno, está en delirium tremens. Y no es para menos cuando su asesor principal, el psiquiatra de la paz, está de canapé. Bajo ese estado emocional, el Presidente decide seguir combinando las formas del poder golpeando los flancos que él no puede cubrir, enviando a dos de sus escuderos principales a manifestar lo que a él no se le está permitido decir. Me refiero a los neolaureanistas de Arias y José Obdulio. El primer clon manda carimaguazos por doquier. A Vargas Lleras le advierte que la nueva edición de la seguridad democrática será sin politiquería ni clientelismo, pues la nómina sólo alcanza para el Partido Conservador. Y a Juan Manuel Santos le enrostra su origen elitista cachaco provocándolo a que salga rápido al ruedo para demostrarle que el paso marcial sigue siendo paisa. Mientras que JOG asume la única víctima por la que él puede pelear: el referendo reeleccionista.

Esas dos coaliciones se necesitan para encarnizarse y ponerle pasión a sus propias barras. La diferencia es que la que pretende dirigir el doctor Ernesto conduce inexorablemente a que el viejo pupilo de su otrora movimiento Poder Popular, el doctor Álvaro, esté y ahí se quede.

Pero me niego a aceptar que esas son las únicas dos variables de la política. Por enésima vez reitero que el espacio está abonado para una tercera coalición en la que la injerencia del político tradicional y el mesianismo uribista no tengan vigencia. El senador Petro le ha sugerido agenda. Propone sacar al país de la guerra sin tener que recurrir a una negociación con la ilegalidad, arrebatándoles el campo y la política a las mafias y desarrollando una estrategia social en la que el mercado no predomine. Es ni más ni menos lo que Obama en el campo económico y social viene pregonando. Y en cuanto a la guerra, le quita trascendencia a ese test chimbo de Rodrigo Rivera, que hace quedar muy mal los posgrados de Harvard.

Por eso la discusión en el Polo no es simplemente una pelea de egos. Unas reformas profundas en Colombia sin la guerrilla, dejan sin insumos a los editoriales de Anccol y una coalición que no reproduzca el uribismo y que tenga opción de gobierno en 2010 afecta a quienes todas sus energías las ponen para 2014.

Yo, al contrario de los que dicen no, pero oblíguenme a decir sí, reitero que si el escenario no está en la vía de esta tercera coalición no vale la pena dar una pelea para ver si llegamos de segundos. Esa lógica “maturanista” de perder es ganar un poco nadie la encarna mejor que el doctor Carlos Gaviria. Para eso ya obtuvo la cifra récord de tres millones de votos. ¡Pero para ser alternativa de gobierno se necesitan ocho! Y eso no se logra íngrimos solos.

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